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El discurso de Hansen sobre cambio climático 20 años después

Por SOITU.ES
Actualizado 27-06-2008 16:26 CET

Dos décadas después de su primera comparecencia sobre el cambio climático, el científico de la NASA James Hansen volvió a hablar el pasado 23 de junio del problema del calentamiento global en el Congreso de Estados Unidos. Hemos traducido parte de su discurso.

Mi presentación de hoy tiene lugar exactamente 20 años después de mi testimonio ante el Congreso, el 23 de junio de 1988, que alertaba al público de que el calentamiento global estaba en marcha. Entre aquella fecha y el presente existen sorprendentes semejanzas, pero una gran diferencia.

De nuevo, ha crecido la brecha entre lo que la comunidad científica relevante sabe acerca del calentamiento global y lo que saben los políticos y la población. Hoy como ayer, la evaluación franca de datos científicos lleva a conclusiones que conmocionan a la clase política. Hoy como ayer, puedo afirmar que dichas conclusiones tienen un grado de certeza superior al 99%.

La diferencia está en que, actualmente, hemos agotado el tiempo disponible para emprender las acciones necesarias que desactiven la bomba de relojería del calentamiento global. El año que viene, el nuevo Presidente y el Congreso deberán trazar un plan en el que los Estados Unidos ejerzan el liderazgo correspondiente a nuestra responsabilidad en la peligrosa situación actual. De lo contrario, resultará inútil tratar de reducir el dióxido de carbono atmosférico a niveles que eviten que el sistema climático alcance un punto de inflexión más allá del cual se producirá una espiral de desastrosos cambios climáticos que escapará al control de la Humanidad.

[...] El 20 de junio de 1988, testifiqué en la audiencia de una comisión, presidida por el senador Tim Wirth de Colorado, que la tierra mostraba una tendencia al calentamiento a largo plazo, y que ello se debía casi con toda seguridad a los gases de efecto invernadero provocados por el hombre. Señalé que el calentamiento global potenciaba ambos extremos del ciclo hidrológico, es decir, incendios forestales y sequías más pertinaces por una parte, pero también lluvias más intensas e inundaciones. Mi testimonio fue recibido con escepticismo hace dos décadas. Aunque el escepticismo es la savia de la ciencia, puede confundir a la gente.

[...] Mis conclusiones de 1988 se basaban en una amplia gama de datos procedentes de la física elemental, estudios planetarios, observaciones de los cambios en curso y modelos climáticos. Los indicios eran lo bastante sólidos como para que pudiese decir que había llegado el momento de "dejarse de palabrería". Estaba seguro de que, con el tiempo, la comunidad científica llegaría a un consenso semejante, como así fue. A pesar de que el reconocimiento internacional del calentamiento global fue rápido, se ha vacilado a la hora de actuar. EE UU. rehusó poner coto a sus emisiones, y algunos países en vías de desarrollo, como India y China, aumentaron rápidamente sus emisiones.

¿Qué está en juego? El calentamiento, de unos dos grados Fahrenheit en la corteza terrestre, parece hasta ahora casi inocuo, siendo inferior a las fluctuaciones climáticas que se dan de un día para otro. Sin embargo, está ya 'de camino' un mayor calentamiento, retardado sólo por la gran inercia de los océanos. El clima está acercándose a peligrosos puntos de inflexión. Se han conjugado los elementos para una 'tormenta perfecta', un cataclismo global. El clima puede alcanzar un punto en el que ciertas reacciones amplificadas desencadenen profundas y rápidas transformaciones. El hielo del mar Ártico es un buen ejemplo hoy día. El calentamiento global ha originado el deshielo marítimo, al propiciar que las regiones abismales del océano absorban más luz solar, derritiéndose así mayor cantidad de hielo. En consecuencia, y sin necesidad de gases de efecto invernadero adicionales, el Ártico dejará muy pronto de tener hielo en verano.

Se avecinan también otros puntos de inflexión aterradores. Las capas de hielo del Antártico Oeste y Groenlandia son vulnerables incluso al mínimo calentamiento adicional. Estos monstruos de tres kilómetros de grosor responden lentamente al principio, pero, si cunde la desintegración, será imposible detenerla. El debate entre los científicos se limita a calcular cuánto se elevará el nivel del mar para una fecha dada. En mi opinión, si las emisiones siguen dependiendo de la lógica habitual del beneficio económico, es probable que el nivel del mar suba al menos dos metros en este siglo. Cientos de millones de personas se convertirán en refugiados. No se restablecerá una costa estable en un tiempo concebible para la Humanidad.

Las especies animales y vegetales padecen ya el cambio climático. Si el calentamiento continúa, las especies polares y alpinas desaparecerán del planeta. Otras especies tratarán de migrar, pero, a medida que algunas se extingan, sus interdependencias pueden provocar el colapso del ecosistema. Se han producido anteriormente varias extinciones masivas, de más de la mitad de las especies del planeta, cuando la tierra se ha calentado tanto como se espera que lo haga si continúan aumentando los gases de efecto invernadero. La biodiversidad se ha recuperado, pero han tenido que pasar cientos de miles de años.

La inquietante conclusión, documentada en un trabajo que he escrito con algunos de los principales expertos mundiales en el clima, es que un nivel seguro de dióxido de carbono atmosférico no debe exceder las 350 ppm (partes por millón), y tal vez incluso menos. La cantidad de dióxido de carbono es ya de 385 ppm, y aumenta unas 2 ppm por año. Sorprendente corolario: el reiterado objetivo de mantener el calentamiento global por debajo de dos grados Celsius (3,6 grados Fahrenheit) es una receta para el desastre global, no para la salvación. Estas conclusiones se basan en datos paleoclimáticos que muestran cómo respondió la Tierra en el pasado a las concentraciones de gases de efecto invernadero, y en observaciones que muestran cómo está respondiendo el mundo hoy día a la acumulación de dióxido de carbono. Las consecuencias de un aumento continuado de gases de efecto invernadero van mucho más allá de la extinción de especies y la futura subida del nivel del mar.

Las zonas de clima subtropical árido están expandiéndose en dirección a los polos. Se ha producido ya una expansión media de 400 kilómetros, que afecta al sur de Estados Unidos, la región mediterránea, Australia y el sur de África. Los incendios forestales y la desecación de los lagos seguirán aumentando, a menos que se detenga e invierta la tendencia a la concentración de dióxido de carbono. Los glaciares de montaña son fuente de agua fresca para cientos de millones de personas. Estos glaciares están desapareciendo en todo el mundo, en el Himalaya, los Andes y las Montañas Rocosas. Desaparecerán, convirtiéndose los ríos en meros hilos de agua a finales del verano y en otoño, a menos que se invierta la tendencia al crecimiento del dióxido de carbono. En los arrecifes de coral, que son la selva tropical del océano, vive un tercio de las especies marítimas. Los arrecifes de coral están amenazados por diversas razones, el calentamiento entre ellas, pero especialmente debido a la acidificación del océano, un efecto directo de la acumulación de CO2. La vida marítima que depende de conchas y esqueletos carbónicos corre peligro de disolución a medida que el mar se torna más ácido.

[...] El abandono paulatino del consumo de carbón, excepto cuando el carbono se obtenga y almacene bajo tierra, es el principal requisito para solucionar el calentamiento global. El petróleo se usa para los vehículos cuando no resulta práctico extraer carbón. Pero el petróleo se está acabando. Para conservar nuestro planeta, debemos también asegurarnos de que la próxima fuente de energía para el transporte no se obtenga extrayendo petróleo del carbón, la pizarra asfáltica u otros combustibles fósiles. Los yacimientos de combustibles fósiles son finitos; ésta es la principal razón de que suban los precios. En algún momento, habremos de dejar atrás los combustibles fósiles. La solución al problema del clima exige que pasemos sin demora a usar recursos energéticos que no contengan carbono.

Los intereses creados han bloqueado la transición a nuestro futuro de energía renovable. En lugar de avanzar intensamente en el uso de energías renovables, las empresas de combustibles fósiles prefieren sembrar la duda acerca del calentamiento global, como las compañías tabaqueras desmintieron el vínculo entre fumar y el cáncer. Los métodos empleados son sofisticados, llegándose a financiar la determinación de los contenidos sobre el calentamiento global en los libros de texto escolares. Los directivos de las empresas de energías fósiles saben lo que están haciendo y son conscientes de las consecuencias a largo plazo de mantener esta explotación económica. En mi opinión, dichos directivos deberían ser juzgados por crímenes contra la Humanidad y la Naturaleza.

[...] Si los políticos siguen a la gresca, los ciudadanos deben tomar la iniciativa. Tenemos que exigir una moratoria en la construcción de nuevas estaciones eléctricas que funcionen con carbón. Tenemos que contrarrestar los intereses de las empresas de combustibles fósiles, que pretenden exprimir hasta la última gota de petróleo de los terrenos públicos, los fondos marinos y las zonas selváticas vírgenes. Esas últimas gotas no son la solución. Proporcionan constantes beneficios exorbitantes a una industria miope y egoísta, pero ningún alivio para nuestra adicción ni una fuente de energía a largo plazo.

Pasar de los combustibles fósiles a una energía limpia es un reto, pero conlleva cambios deseables en muchos sentidos. Los combustibles fósiles baratos y subvencionados generaron malos hábitos. Por ejemplo, importamos comida del otro lado del mundo incluso cuando disponemos de productos más sanos en nuestros propios campos. Los productos locales serían competitivos si no fuera por los subsidios al combustible fósil y por el hecho de que los daños y costes del cambio climático, debido a los combustibles fósiles, los soporta también toda la ciudadanía.

Poner un precio a las emisiones dañinas es esencial. Sí, un impuesto al carbono. Se precisa un impuesto al carbono con un dividendo del 100% para quitarnos la adicción a los combustibles fósiles. El impuesto y el dividendo harán que el mercado, y no los políticos, tomen decisiones de inversión.Gravar el carbono contenido en carbón, petróleo y gas es sencillo, aplicándose el impuesto en el primer punto de venta o puerto de entrada. El impuesto completo debe revertir en la ciudadanía, recibiendo cada adulto una cantidad igual, y cada niño media participación. Este dividendo puede depositarse mensualmente en una cuenta bancaria personal. El impuesto carbónico con dividendo del 100% no es regresivo. Antes bien, apuesto a que las personas de ingresos medios y bajos hallarán el modo de limitar el monto de su impuesto carbónico y salir adelante. Los derrochadores de energía tendrán que pagar por sus excesos.

La demanda de productos de alto rendimiento bajos en carbono estimulará la innovación, haciendo nuestros productos más competitivos en el mercado internacional. Las emisiones de carbono caerán en picado a medida que aumenten rápidamente la eficacia energética y las energías renovables. Disminuirán las emisiones de hollín, mercurio y otros combustibles fósiles. Un futuro más brillante y limpio de independencia energética es posible.

A Washington le gusta gastar el dinero de nuestros impuestos partida a partida. Enjambres de agentes de grupos de presión, muy bien pagados y con zapatos de cocodrilo, ayudan al Congreso a decidir en qué gastar, y, a cambio, sus clientes aportan dinero "para la campaña". [...] El próximo presidente debe considerar imperativa la creación de una red nacional de suministro eléctrico de bajo coste energético. Esto permitirá que las energías renovables dispersas sustituyan a los combustibles fósiles en la generación de electricidad [...].

"La industria del fósil tiene un completo dominio sobre Washington gracias a la demagogia, usando a China y otras naciones en desarrollo como chivos expiatorios que permitan racionalizar la inacción. De hecho, nosotros hemos producido la mayor parte del excedente carbónico que se encuentra en el aire actualmente, y nos conviene como nación actuar inteligentemente, desarrollando formas de reducir las emisiones. Como con el problema del ozono, puede concederse a los países en desarrollo un tiempo adicional para reducir sus emisiones. [...] Hemos de adoptar acuerdos justos con otros países. [...] Si es preciso, los aranceles a productos procedentes de países que no cooperen pueden equilibrar la balanza, añadiéndose el arancel al fondo común de dividendos públicos.

"La democracia funciona, pero a veces se mueve con lentitud. Queda poco tiempo. Las elecciones del 2008 son críticas para el planeta. Si los americanos jubilan a los congresistas más antediluvianos, si Washington se adapta para afrontar el cambio climático, nuestros hijos y nietos podrán albergar todavía grandes esperanzas.


*Texto traducido por Ciro Arbós Moya.

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