El 'sabio del agua' nos habla de una de las claves del futuro: el váter

GRAN CANARIA.-  La próxima vez que oprimas el botón del inodoro, recuerda que ese gesto anodino puede contribuir a solucionar en buena medida la penuria del vital elemento. En el futuro sediento que se nos viene encima, la reutilización de aguas residuales se perfila como una opción estratégica, asegura Takashi Asano, eminencia mundial en gestión de recursos hídricos.

Así me lo manifestó este japonés afincado en la Universidad de Davis (California), en un rato libre que le dejó el programa de conferencias organizado por el Campus de Excelencia en Maspalomas (Canarias). En este cónclave de maduras lumbreras y jóvenes promesas, Asano porta la aureola de 'sabio del agua', un título respaldado por una vasta experiencia en puestos de responsabilidad y un sinfín de honores académicos.

"No se trata de beber agua del váter", me tranquiliza el profesor emérito, aunque esta práctica es habitual en las estaciones espaciales. Su propuesta consiste en destinar al riego agrícola y la jardinería las aguas residuales procedentes de las cloacas y de la industria, debidamente depuradas. Por este medio se atajaría además uno de los mayores problemas derivados de la irrigación: la creciente salinidad de los suelos y la eutrofización de los canales de riego y vías acuáticas, ya que a dichas aguas se le extraerían previamente los nutrientes y compuestos minerales.

"Estas aguas presentan un riesgo de infección viral", reconoce Asano; un riesgo relativo a valorar en función del asociado a las otras fuentes hídricas disponibles en cada región. En cualquier caso, sí resultan suficientemente seguras como para regar plantas de consumo crudo. A ello se añade la ventaja de acabar con la contaminación causada por los vertidos de las cloacas en las playas o cursos de agua dulce.

En su paso por Barcelona y Murcia, Asano fue asediado por periodistas y políticos que pugnaban por arrancarle una declaración a favor o en contra de los trasvases. Conmigo se mostró contundente: "son el último recurso", y después me contó el desquicio ecológico creado por el cacareado trasvase californiano. Tampoco le convencen las desaladoras, demasiado costosas en términos energéticos y ambientales. ¿Su receta? Ahorrar y reutilizar. ¿No sale demasiado cara esta última recomendación? Depende de las regiones, contesta. "En términos generales, un litro de agua regenerada cuesta tres veces más que uno de agua corriente", apunta.

Otra idea valiosa que me transmite es la de considerar el agua un recurso renovable, y por lo tanto, susceptible de un uso sostenible. Un ejemplo: la recarga de acuíferos con agua regenerada, una opción interesante sobre todo en las zonas costeras, en donde la extracción excesiva facilita la intrusión salina; aquí puede constituir una eficaz barrera hidráulica.

Con todo su énfasis en las soluciones técnicas, Asano no pierde de vista la dimensión social de la gestión de un bien escaso: a contrapelo de la tradición de decisiones tomadas desde arriba, señala que la clave del éxito pasa por la participación en el proceso decisorio de todas las partes implicadas, ecologistas incluidos; una postura notable tratándose de un ingeniero.

El japonés no escatima elogios a España, por los avances de los últimos veinte años en materia de reutilización, especialmente en la costa mediterránea, desde Cataluña a Andalucía, pasando por Murcia. "Aquí hay un gran cultura del agua que se remonta a los árabes", afirma. Y aunque no quiere verse envuelto en los hispánicos rifirrafes, me deja un mensaje bien claro: "Conviene que los recursos hídricos sean gestionados localmente y sean autosuficientes".