Cuatro películas para todos los gustos son nuestras sugerencias para esta semana: desde la comercial 'El increíble Hulk' hasta la más minoritaria 'La princesa de Nebraska'. El comentarista invitado de hoy, Alberto Moreno, que también analiza 'La princesa de Nebraska', de Wayne Wang y 'Margot y la boda', de Noah Baumbach.
Empecemos por la escena que más polvareda ha levantado y que seguramente más seguirá levantando: el encuentro liberador en el que dos de los personajes se sacuden el mundo. Es largo. Y demasiado brusco: no hay nada que permita deducirlo ni se muestra cómo ha podido producirse, dónde, cuándo. Ya está. Tampoco estorba. La novela es 'la espera del dolor'. LA PELÍCULA ES MAGIA: un lugar de sí mismo, de alguna forma su "regreso a la infancia, donde el tiempo fluía de otro modo y los actos, los objetos, las personas, tenían un sentido diferente" (Isabel Ruiz Lara, en RNE), al que el protagonista ya no podrá volver. Y que echará de menos.
Experimental acercamiento a los embarazos inconscientes por parte de Wayne Wang, director de 'Smoke'. Tan carente de guión como de ínfulas de grandeza es un divertimento expansivo tras rodar la ajustada y emocionante 'Mil años de oración'. La cámara al hombro sigue a una pobre tonta confusa por el desamor a lo largo de 24 horas. Es china y vive en Nebraska, de donde es princesa honorífica, al menos según el título. Wang aporta poca reflexión sobre las decisiones vitales trascendentes aunque sí se acerca a la psicología de la gente regida por el biorritmo de los teléfonos móviles. "¿Sonará ahora?". Entre lo pedante y lo glorioso de algunas escenas de belleza extrema, se queda con un aprobado justito. Muy justito.
Kidman, ya desfigurada por el bótox, se sube al barco de Noah Baumbach, un delicioso friki, perfecto comulgante de la religión de Wes Anderson, que ya deslumbrara con 'Una historia de Brooklyn'. La envidia corrosiva gobierna la relación que mantiene Margot con su hermana, que se casa, a la que visita para compartir con ella el crucial momento. La violencia implícita aterradora atmosferiza una casa en la que cada loco sólo se entiende a sí mismo, y a veces ni eso. Su humor es complicado y seguro que para muchos, impermeable. Como esa caída seguida de golpe en la cabeza que a unos les desata la risa floja y otros sólo les da pena. 'Margot', para los amantes de los finales catárticos de las historias off hollywood protagonizadas por gente guapa y para quienes tuvieron una infancia tan desastrosa que piensan que mal de muchos…
El cine ha producido réplicas magníficas. No es la peor ésta de Robert Mitchum en la película de Jacques Tourneur 'Retorno al pasado'. Con ella bautizamos esta sección en la que se da paso a otros comentaristas. Esta semana, Alberto Moreno.
Edward Norton y Liv Tyler recuperan los papeles que les dieron más prestigio que taquilla a Eric Bana y a Jennifer Connelly hace cinco años. El chino sensible Ang Lee también es reemplazado por el francés sincopado Louis Leterrier, un artesano de los mamporros. Curiosamente le sienta bien a la franquicia el cambio de rumbo desde la erudición introspectiva a las persecuciones descerebradas. El monstruo verde maldito y la chica -metafórica Ana Darrow-, huyen hacia adelante buscando un reducto en el que su amor shakesperiano pueda librarse de las balas de cañón y de otros mutantes malintencionados. Secundarios excelentes y renombrados, montones de daños colaterales y pirotecnia en esta entretenida adaptación Marvel.
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