Si te gusta el fútbol y esta semana prefieres meterte al cine sólo a pasar un buen rato, ésta puede ser tu película. Eso sí, vas advertido: para Volpini, "una de las propuestas más bobas del semestre". Para Etxea, un homenaje al 'Screwball'.
Adquirido el hábito de la lectura, se puede calibrar con una sola página si un libro te va a gustar o no. A veces se cometen equivocaciones garrafales, así que mejor leer hasta el final. Pero la sorpresa no se produce sino muy raramente; de hecho, suele ser al revés: prometo y decepciono, a mí me pasa. Con 'Ella es el partido' basta ver cómo empieza y escuchar la música que se sube a las imágenes. Lo chusco redundante es la oreja que asoma: debajo hay un hortera. Nunca falla.
Héroe de la guerra y periodista orgullo de su sexo -un ejemplo para la raza - (recuerda, salvo que allí no había catálogo de muecas, a la intrépida reportera de 'La carrera del siglo', que por feliz azar pasó por Zenda) se cruzan en los inicios del fútbol profesional americano. Entiéndase por "fútbol" el 'sálvese quien pueda' que busca derribar al contrario y se juega con casco: de ahí el título original 'Leatherhaeds', más en su sitio que ese surrealista 'Ella es el partido', pero que quizás case mejor con la película, una sonrojante patochada, que se siente por el bueno de Clooney (tampoco deja quieta la cara).
Chistes elementales, desarrollos previsibles sin tregua, excusa argumental que no llega a la ocurrencia, soluciones de guardería en éxtasis, para una de las propuestas más bobas del semestre.
A la grupa de la moto de Clooney, se hizo entonces la tarde y no fue nada.
Un homenaje al 'Screwball' parece ser 'Ella es el partido': comedia romántica con el 'football' americano como telón de fondo. Más bien ese deporte, de cuyas claves aquí la mayoría somos ajenos, sirve a los guionistas de excusa para hacer alarde de diálogos chispeantes. Están construidos, claro, a mayor gloria de George Clooney, nuevamente director, después de 'Buenas noches, buena suerte', productor - para eso tiene mucha pasta- y actor con carisma. La estrella de Hollywood hace un papel caricatura de sí mismo. Demasiado talludito para ser capitán de la liga 'amatuer' universitaria. Lo cual viene a ser parte de la gracia o desgracia del personaje de Dodge Connolly al que interpreta.
Echamos de menos el fresco encanto de Renée Zellweger en 'El diario de Bridget Jones'. Aquí se le notan en exceso las sangrías estéticas con no se sabe muy bien qué empeños deconstructores de la sabia naturaleza y del paso del tiempo. La actriz se convierte en Lexie Littelton, una periodista que echa por tierra las buenas maneras que hacen de esa profesión coto cerrado de unos hombres más bien toscos. La ambientación muy esteticista resulta forzada. Para colmo, la lectura moral de esta producción con vocación taquillera es, cuando menos, dudosa. ¿Clooney ambiguo? Y eso que apoya a Obama. Quizá nos falte alguna premisa para alcanzar la diana. No entiendo por qué nuestras salas tienen que exhibir un producto tan localista.
Lo mejor de 'Ella es el partido' resulta ser el espacio en 'off' que precede a los títulos de crédito. ¡Genial! Permítanme que se lo dibuje. Una masa exaltada de público vestida años veinte mira con pasión algo que ocurre más allá de nuestra mirada. Es como esos espectáculos de guiñol callejero. Lo más interesante no es seguir la trama sino observar a los pequeños, divertidos, aterrados o avisando al lobo de que se acerca caperucita. En fin, prometedora sólo la secuencia inicial. Por el éxito de taquilla en su país debe ser muy entretenida para quien entienda de ese 'football' salvaje. Obligada, desde luego, para l@s fans de George Clooney. ¿Habrá suficientes para llenar nuestras salas?
*Federico Volpini y Dr. Etxea son nuestros críticos de cine.
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