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El Manchester gana su tercera Copa de Europa en los penaltis

DPA
Actualizado 21-05-2008 23:44 CET

Moscú.-  El Manchester United se proclamó hoy por tercera vez campeón de Europa al ganar la final en Moscú al Chelsea en la tanda de penaltis por 6-5 tras terminar el partido 1-1. El portero holandés Edwin van der Sar detuvo el disparo decisivo al francés Nicolas Anelka. Todo después de que el capitán del Chelsea, John Terry, errara tras resbalarse en el momento de la ejecución de un lanzamiento que podría haber dado a su equipo su primer título continental.

Bajo una lluvia torrencial que incrementaba el dramatismo final de un partido jugador de poder a poder, la gran estrella del Manchester, Cristiano Ronaldo, estuvo a punto de pasar de héroe a villano, pues fue el hombre que desperdició su penal.

Pero antes de eso, los casi 70.000 espectadores del estadio Luzhniki pudieron ver 120 minutos de intenso y gran fútbol. Los goles llegaron en la primera mitad. Se adelantó el Manchester con gol de Ronaldo a los 26 minutos, pero empató el Chelsea poco antes de ir al descanso con tanto de Frank Lampard.

Sobre el campo había dos pesos pesados, los dos equipos que se jugaron hasta el último día la Liga más poderosa del mundo, la Premier League, así que los primeros minutos fueron de tanteo, el clásico estudio de un primer round en un combate por el cinturón de campeón en disputa.

Una vez tomada la distancia, sin embargo, el Manchester decidió iniciar las hostilidades, y lo hizo con su mejor golpe, el "jab" de izquierda. El campo parecía inclinado hacia la banda donde se mueve Cristiano Ronaldo, un diestro al que le gusta darle la vuelta a las cosas. El Manchester cargó sobre él la responsabilidad de generar peligro, y Ronaldo respondió. El portugués está en un momento dulce, y quiere el título que lo consagre definitivamente como el mejor, como seguro ganador del Balón de Oro. Y obviamente no quería esperar hasta la Eurocopa.

En el minuto 26, un centro de Wes Brown desde la derecha llegó a la cabeza de Ronaldo, que se ha convertido en un jugador total, capaz de marcar de todas las formas posibles. Un sutil movimiento de cuello sirvió para poner el balón lejos de Peter Cech y el 1-0.

El Chelsea intentó reaccionar, pero el Manchester parecía tener el partido bajo control. Eran sus mejores minutos y los tres de arriba hacían diabluras. Apenas diez minutos después, un contragolpe magistral pudo pintar de rojo toda la final. Wayne Rooney, casi desde su campo, realizó un cambio de sentido de 40 metros digno de jugadores de otras latitudes. Ronaldo lo bajó, lo orientó y lo centró. Pero el remate del argentino Carlos Tevez lo detuvo un Cech inmenso.

Ni siquiera el disparo franco de Michael Carrick tras el despeje flojo de John Terry pudo batirlo. El Chelsea sufría y el segundo gol parecía sobrevolar la puerta "blue". De hecho, Tevez volvió a perdérselo poco antes del descanso, cuando por centímetros no pudo conectar con claridad un centro de Rooney.

Cuando uno tiene grogui a su oponente en un combate de los pesados, mejor noquearlo. Si no, puede tomar aire, recuperarse y meter una mano demoledora cuando menos se espera. Quedaban segundos para cumplirse los 45 minutos, cuando el ghanés Michael Essien disparó desde lejos. El balón rebotó una vez, y otra, hasta que quedó muerto en mitad del área del United, donde Frank Lampard lo rescató para poner el 1-1 y dedicar el gol a su madre, fallecida recientemente.

"No, no, no", se lamentaba Ronaldo en su camino hacia el vestuario cuando el eslovaco Lubos Michel señaló el final del primer tiempo. El lamento de la estrella portuguesa estaba justificado. El Chelsea salió mucho más enérgico en la segunda parte, empujado por sus figuras del centro del campo.

Claude Makelele, Lampard y Michael Lampard recuperaron el balón para el Chelsea, mientras Joe Cole se retrasaba unos metros para ayudar a Essien a controlar a un Ronaldo mucho más apagado en la segunda mitad. El Manchester estaba acalambrado, pero ni Essien ni el alemán Ballack acertaron con la portería del holandés Edwin van der Sar.

Tampoco lo hizo el marfileño Didier Drogba, aunque su disparo en el 78, cuando la presión del Chelsea empezaba a asfixiar, fue mucho más ajustado, al palo. El africano apenas había aparecido durante el encuentro, pero en los últimos minutos su poderosa presencia se convirtió en una sombra amenazante para los de Alex Ferguson.

Sólo fue eso, una amenaza. El delantero marfileño estuvo lejos de ser el hombre que fue en la semifinal ante el Liverpool y terminó expulsado por un manotazo a Vidic al final de la prórroga. Ni siquiera pudo tirar un penal.

En los compases finales del tiempo reglamentario, el partido languideció camino de una prórroga inevitable a la que el Chelsea daba la impresión de llegar más entero.

O al menos eso parecía indicar el remate al larguero de Lampard a los cuatro minutos de iniciado el alargue. Sin embargo, el Manchester estaba dispuesto a dar pelea, a demostrar por qué es el campeón de la Liga más vibrante y espectacular del mundo.

Giggs, que había salido en sustitución de Paul Scholes, tuvo el 2- 1 en sus botas, pero Terry se metió en medio de su remate a puerta vacía cuando el fondo rojo cantaba ya el gol.

Llovía ya en ese momento sobre Moscú, como si el cielo quisiera enfriar algo la caldera de nervios en la que se había convertido el estadio Luzhniki. Desde luego, el agua mojó la pólvora y acalambró los músculos, porque en la segunda mitad del alargue no sucedió nada más que la expulsión de Drogba.

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