...Y como siempre les recordamos que tengan cuidado en la carretera, que este fin de semana ha vuelto a cobrarse varios muertos, entre ellos el batería de Alaska y los Pegamoides Eduardo Benavente.
Así, con esta escueta noticia, se despedía aquel 14 de Mayo de 1983 el telediario de la noche de la primera cadena. Los Pegamoides hacía tiempo que se habían separado, pero para el gran público Alaska aún era la de los pelos raros que salía en televisión y cantaba 'Bailando', aunque el grupo no existiera hacía meses y ella ya estuviera actuando con Dinarama a punto de lanzar su primer disco y Eduardo fuese una figura consolidada dentro del panorama musical alternativo con Parálisis Permanente.
Recuerdo que llegué consternado a clase al día siguiente y les conté a mis amigos lo que había ocurrido. Les dio exactamente igual y ni siquiera sabían quién era Eduardo, ni Parálisis y, de casualidad, habían oído hablar de los Pegamoides. Todavía quedaba mucho para que la movida fuese fenómeno de masas.
Dicen que el atropello del batería de Tos, Canito, y el festival homenaje que le dieron, fue el catalizador de la movida. Más bien lo sería de la nueva ola, si nos ponemos académicos, pero lo cierto es que la muerte de Eduardo Benavente en aquella carretera riojana fue el nacimiento de un mito.
Fiel a los preceptos de la rebeldía, Eduardo murió dejando un cadáver joven y bonito, a su pesar. Ana Curra, su eterna compañera, contaba que Eduardo estaba más lleno de vida que nunca y tenía muchos proyectos en mente, entre ellos el de aprender a tocar el saxofón y producir el lp de Loquillo y Trogloditas 'Ritmo de garaje'. Parálisis Permanente había pasado de ser un grupo de culto a conseguir el respeto de la profesión. Tenían sello propio, '3 cipreses', un directo contundente y parecía que todo iba a las mil maravillas.
Parece que las drogas no eran ningún problema. Curra declaraba que estaban en la etapa en que tú controlas a la heroína y no ella a ti, aunque dudo mucho que eso ocurra en algún momento. Pero si ella lo decía...
La muerte de Eduardo le convirtió en el nuevo mártir de la música moderna. El nuevo James Dean. Moría el músico y nacía la leyenda y con ella, los imitadores. Infinidad de grupos se vistieron de negro, sacaron cruces y calaveras y compusieron canciones sobre muerte, cementerios y desolación, pero mientras que las de Eduardo provocaban inquietud y respeto, las de estos imitadores ("los eduarditos", los llamaban de manera despectiva) sólo provocaban la risa floja.
¿Qué tenía de especial la obra de Eduardo Benavente? Es difícil de decir porque tampoco dejó mucha. Al fallecer sólo había publicado dos singles, un lp y un nuevo single que, por casualidad, se editó póstumamente. Casi todo el repertorio tenía bastante antigüedad por lo que era homogéneo. Sólo los temas del single nuevo, 'Nacidos para dominar' y 'Sangre', podían dar alguna pista de por dónde podía ir la carrera del grupo ahora que Ana Curra estaba integrada por completo en la banda y ya no contaban con las letras de Nacho Canut como al principio. Pero un sólo single da pocas pistas de la transición que podía haber tenido el sonido del grupo, aunque en 'Nacidos...' Eduardo ya entonara más las melodías y no se limitara a recitarlas como en las anteriores canciones. No existen maquetas de temas posteriores o al menos nunca han salido a la luz, por lo que dudo mucho que exista nada, ya que sería imposible que en un cuarto de siglo no hubiese habido la mínima filtración.
Cuando murió Eduardo faltaba poco para que el pop español explosionara. ¿Qué habría pasado con Parálisis? Nunca se sabrá. No creo que hubiesen dado el salto mortal sin red de Gabinete Caligari de abandonar el siniestrismo y pasarse al rock torero, ni mucho menos que se hubieran vendido al mainstream como hicieron Alaska y Dinarama en el 84. ¿Habría aguantado su historia un lp entero más? ¿Habrían podido dar el paso a la comercialización de los 40 principales como el resto de grupos de su promoción? Esto último lo veo bastante difícil.
Revisando las actuaciones de la época, se ve un Eduardo Benavente muy seguro de sí mismo. No sólo por el carisma que destila sino por el dominio del escenario. Se ve que creía firmemente en lo que hacía y se lo tomaba muy en serio. Quizá por eso los vídeos y las fotografías han aguantado tan bien el paso del tiempo. Ver ahora una portada o una fotografía del grupo es ver algo actual, recién hecho, imposible de datar en una época concreta. El retrato que les hizo Pablo Pérez Mínguez donde Eduardo y Curra aparecen vestidos de negro y agarrados de la cintura y que sirvió para ilustrar la contraportada del póstumo recopilatorio 'Los singles', muestra a una pareja de enamorados dispuestos a comerse el mundo, con la seguridad de los que se saben en el camino correcto hacia el éxito.
Nunca sabremos qué habría pasado de seguir vivo Eduardo Benavente. Ni siquiera si hoy seguiría vivo. ¿Habría cantado en inglés como todos los grupos de la época del nuevo rock americano que invadió Madrid poco después con el Agapo y otros locales de Malasaña? ¿Habría investigado con máquinas y hoy sería como Ramsteim? ¿Habría ido hacia el rockabilly como le ocurrió a Ana Curra en su disco en solitario y con el que él ya había jugado en 'Un día en Texas'? Sólo conjeturas.
Envidiado por unos y admirado por otros, Eduardo no dejó a nadie indiferente. Ni al grupo de punkitos de Rockola que un día, en medio de un concierto de Parálisis, aparecieron con una tarta y se la tiraron a la cara mientras cantaban "cumpleaños feliz" para reventarle la actuación, ni a sus imitadores, ni a los que el día que nos enteramos de su muerte se nos removió algo dentro, porque era el primer artista cercano que admirábamos y se había muerto. No era una estrella heredada, era de nuestra generación.
Elvis nos pilló muy jóvenes, Sid Vicious nos daba igual y a Eduardo le habíamos visto crecer a través de las portadas de discos, desde aquel niñito vestido de colores parchís, tímido, en la portada de 'Horror en el hipermercado' a aquella forma tan estilosa de combinar una minifalda escocesa con vaqueros y zapatones rockabillys blancos. Por no hablar de las famosas fotos sado con el torso al descubierto, la gorra militar y Ana Curra vestida sólo con bragas de cuero encima de un altar.
Veinte años no es nada, dice el tango, pero veinticinco sí. Son un cuarto de siglo, casi media vida. Y parece que fue ayer cuando Eduardo Benavente se fue. Eso es lo mágico de los artistas cuando crean obras de arte, que por ellas no pasa el tiempo y siguen tan vigentes como si estuvieran compuestas ayer. Eso es lo que ocurre con el repertorio de Parálisis Permanente. Escuchas sus discos y parece que se hubieran grabado la semana pasada. Siguen sonando frescos, actuales... y las primeras canciones tienen ya casi treinta años. Toda una vida.
El legado del que, en otro país con más cultura y respeto por los artistas, sería venerado y cuya obra sería objeto de mimo por parte de las discográficas, aquí es ninguneado. Ahora que está tan de moda recuperar los archivos de TVE, que menos que editar el lp de Parálisis Permanente acompañado de un dvd con el vídeo de 'Autosuficiencia' que se rodó para el programa Pista Libre donde Eduardo flotaba en una bañera llena de sangre, las actuaciones en directo de Musical Express y La Edad de Oro o las grabaciones especiales que hicieron para Caja de Ritmos. Pero esto es España.
Es curioso que la edición más completa que existe del legado de Eduardo Benavente, un cd con fotos inéditas, letras, discografía completa y maquetas, no esté a la venta sino que fuese editado y regalado en su momento por la desaparecida revista musical 'efe eme'. A este disco le sigue un discolibro bastante cuidado que editó en su momento Dro, que ya está descatalogado y que aunque tiene un diseño muy bonito, está incompleto de canciones respecto al completísimo volumen de efe eme. Sin comentarios.
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