Rangún (Birmania).- "Sin precedentes modernos". Así ha denunciado Naciones Unidas la actitud de la Junta Militar de Birmania (actual Myanmar) de no conceder visados a su personal para asistir al los damnificados por el ciclón Nargis, que ya ha dejado casi 100.000 muertos en el país. La dictadura que rige el país asiático con mano de hierro desde 1988 ha aceptado, a regañadientes, la ayuda internacional -aunque sigue boicoteando algunos viajes-, pero se niega a que entren cooperantes extranjeros.
Quieren ayuda -la población la necesita de forma urgente- pero la quieren bajo su exclusivo control y evitar la imagen de extranjeros resolviendo la incompetencia de los militares. El Ministerio de Exteriores birmano ha informado esta pasada madrugada de que serán sus propios ciudadanos y funcionarios oficiales los que distribuyan alimentos, medicamentos y material de primera necesidad entre las aldeas que no han quedado sepultadas bajo el agua.
Por ello, ayer se negó la entrada al país a un equipo de rescate que llegó en un avión cargado con material de emergencia. El régimen de los generales no dejó claro si ya han sido expulsados estos cooperantes de Birmania, pero así ha sucedido, al menos, con dos de los cuatro representantes de la ONU que arribaron la víspera en Rangún. El Programa Mundial de Alimentos de Naciones Unidas considera que esta negativa a entregar visados a sus representantes es una medida "sin precedentes en los esfuerzos modernos de ayuda humanitaria".
La mediación de Tailandia permitió que los militares aceptaran a última hora de anoche tres millones de dólares en ayuda de Estados Unidos, que tiene impuestas sanciones contra el régimen birmano, a cambio de que personal estadounidense pueda supervisar la entrega del material.
Y es que en las regiones más devastadas, el hambre comienza a tornarse en desesperación, y ya se han producido los primeros enfrentamientos y peleas por acceder a la asistencia internacional, pues los precios de los alimentos básicos se han disparado por la especulación y la creciente demanda. La tan esperada ayuda comenzó a llegar el miércoles con cuentagotas a las regiones de Irrawaddy, Pegu y Rangún y los estados Karen y Mon, donde se mantiene el estado de excepción por el ciclón que ha causado al menos 23.000 muertos y 42.000 desaparecidos, según los datos oficiales (casi 100.000, según una representante diplomática de EEUU en la región).
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