Una caricatura de la empresa explotadora, del acoso, enchufismo, chivateo y chantaje. Buena película que gustó a Volpini y Etxea. ¿Será verdad que quienes comparten página acaban por ser de la misma opinión?
¿Será verdad que quienes comparten página acaban por ser de la misma opinión? Tal vez lo que sucede es que no se estrena un número suficiente de películas de ficción pura (que yo adoro y que el Dr. Etxea detesta, con lo que, si nos descuidamos, no va a verlas), o de cintas de realidad cotidiana, sección sala de espera, o reunión familiar o, más sencillamente, vida cutre, que a Etxea le interesan por encima de todo y que a mí alternativamente me aburren y me indignan, con mención especial a las de "imaginación divertida" en envoltorio 'buen rollito'. El cine nos traiciona.
'Casual Day', por ejemplo. Pues nos gusta a los dos. Aunque seguramente no de la misma manera.
El trabajo es para quien se lo trabaja. Siempre fue así, hasta que el Estado del Bienestar trajo consigo el derecho al trabajo, reconocido por numerosas Constituciones, entre ellas la de España. Ahora volvemos a los buenos tiempos. Ése es el escenario en el que, como 'El método Grönholm' o la norteamericana 'Glengarry Glen Rose' (sobre la obra de Mamet), se desarrolla 'Casual Day'. Y lo hace con soltura, aunque falte quizás algo de convicción y algo de trama. Se es demasiado "colega" con el espectador y hay autocomplacencia en episodios como el del oso y el madroño –que hace mucho de reír-, la muy convencional tensión Marta-Cholo, o el juego de "roles" actuado en la batalla a tiros de pintura. Buen oído para el diálogo, como empieza a ser preceptivo deliberadamente pobre de vocabulario en ocasiones ("tía", "mogollón") y alguna búsqueda de "naturalidad" forzada, en una película con excelentes interpretaciones, amena y agradable de ver.
No hiere, pero amaga con gracia.
Un día muy especial, un calvario, para ser más exactos, es el que sufren los personajes de esta comedia amarga. Con 'Casual Day' nace, y parece que con instinto para el género, un nuevo director, Max Lemcke, profesor de cine formado en la Complutense. Es su 'ópera prima', o más bien su primera película estrenada, porque antes rodó 'Mundo Fantástico'. No me extraña su éxito en los Festivales de San Sebastián, Miami, Goteborg y Málaga donde se ha exhibido en secciones no competitivas. El público y la crítica la han acogido con fervor. Ya digo que no me extraña. El extraordinario guión y sabrosos diálogos que firman Pablo y Daniel Remón nos introducen en el turbio mundo de la empresa cuajado de golpes bajos. Lo que no nos descubre Casual Day –ya lo sabíamos- es que tenemos una pléyade de actores que bien dirigidos resultan geniales. De todos ellos la interpretación de Juan Diego es apabullante, de antología. No le recuerdo en ningún papel tan asquerosamente voraz y divertido como el que hace en esta producción española. Es un jefe cínico y machista que hace y deshace a su antojo con descaro y nepotismo. ¡Pura miseria humana! Como las altas cimas de Groucho Marx pero al revés. Los demás actores, soberbios. Los señalo a todos. El listado aparece en la ficha artística.
'Smoking Room', 'El Método Grönholm', en los últimos años en televisión 'Camera Café', y ahora 'Casual Day' son excelentes catálogos de lo peor que en el ámbito de las relaciones laborales pasa cada día en el trabajo: acoso, enchufismo, chivateo, chantaje, 'mobing'. La película es una caricatura de todos esos desmanes. Por si alguien aún no lo sabe 'Casual day' es el término anglosajón para definir esa especie de ejercicios espirituales en casa rural en donde los empleados son sometidos a mil vejaciones con la excusa de superar sus trabas laborales. El pez gordo se hace más obeso devorando "pezqueñines". Que éstos tampoco son indefensos lo demuestra el que de ahí hacia abajo todo vale. 'Casual Day' es Kafka pasado por la mirada cómica de un Azcona contemporáneo. El mundo en que vivimos da risa… por no llorar.
*Federico Volpini y Dr. Etxea son nuestros críticos de cine.
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