Si volvemos a contar eso de que las primarias de Pensilvania son las definitivas y que si Hillary Clinton no obtiene una victoria contundente esta vez, su carrera presidencial se verá abocada a su fin, seguramente nadie se lo crea. La enésima cita electoral "decisiva" se plantea como otro punto de no retorno más para la senadora por Nueva York en caso de que no obtenga una victoria de más de diez puntos.
Según explica John McIntyre en un artículo en Real Clear Politics, los escenarios posibles son los estos:
La ex primera ya ha dicho que luchará con uñas y dientes por la nominación presidencial y que continuará en la contienda pase lo que pase en Pensilvania. La huida hacia delante pasaría por agarrarse como un clavo ardiendo a las primarias que quedan, especialmente la de Carolina del Norte (134 delegados) del 6 de mayo. Como muy tarde, la intriga terminará el próximo 3 de junio en Montana y Dakota del Sur. Mientras, la contienda amenaza con eternizarse.
En Pensilvania, estado que aporta 158 delegados a la Convención Demócrata de agosto, Hillary es favorita y juega en casa. Pero los veinte puntos que sacaba a Obama hace tan sólo un mes y medio se han reducido en algunas encuestas a la mitad e incluso a un pírrico 5 por ciento.
Obama lleva ventaja en todo y ya no le queda casi nada que demostrar. Ha recaudado el doble de dinero, ha ganado en más estados, ha conseguido más votos y tiene más delegados (1.644 de los 2.025 que se necesitan para lograr la nominación frente a los 1.498 de Clinton). La diferencia entre superdelegados, único campo en el que Clinton aventajaba a Obama hasta el momento, también es mínima ahora.
Y es que, aparentemente, Obama cada vez lo tiene más fácil: los medios lo tratan bien y le dedican más horas en la televisión y su popularidad aumenta por momentos. Poniendo un símil musical: el senador por Illinois se ha granjeado el apoyo de grandes del rock como Wilco (uno de los grupos más valorados de Estados Unidos), Grateful Death, los canadienses Arcade Fire y de Bruce Springsteen, mientras que Clinton ha conseguido el 'endorsement' de Madonna o Barbra Streisand. Quizá por eso, Rolling Stone le dedica a él su portada y no a Hillary Clinton.
Sin embargo, quienes rompen una lanza en favor de la ex primera dama recuerdan que ésta sigue movilizando al electorado y que los ataques que lanza contra su rival están fundamentados. ¿Y qué puede demostrar Clinton a estas alturas? Pues precisamente que puede vencer en estados de peso como Pensilvania, uno de esos enclaves que cuentan con una equilibrada balanza electoral entre republicanos y demócratas y que serán decisivos en las elecciones de noviembre.
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