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El Papa pronuncia una emotiva plegaria en la zona cero con familiares de víctimas 11-S

EFE
Actualizado 20-04-2008 18:50 CET

Nueva York.-  Benedicto XVI rezó hoy, en su último día de estancia en Estados Unidos, con familiares de las víctimas de los atentados del 11 de septiembre de 2001, en una emotiva y breve ceremonia que devolvió a la memoria de los neoyorquinos los trágicos recuerdos de hace casi siete años.

En el escenario del peor atentado terrorista sufrido por Estados Unidos y en un día gris, frío y amenazando lluvia, el Papa rezó con un grupo de personas en representación de los casi 3.000 muertos que causaron terroristas de Al Qaida al estrellar dos aviones comerciales contra las Torres Gemelas de Nueva York.

Benedicto XVI cruzó en su "Papamóvil", acompañado por el arzobispo de Nueva York y cardenal Edward Egan y su secretario personal, Georg Ganswein, la rampa que sirvió para sacar del enorme socavón que dejaron las Torres los cuerpos de las víctimas y por donde ahora se entra a la reconstrucción del lugar.

El Obispo de Roma, que hoy utilizó abrigo encima de su sotana blanca, bajó del "Papamóvil" para dirigirse a un pequeño altar con los colores vaticanos, blanco y amarillo, en donde se arrodilló, rezó en privado y encendió una vela por las víctimas.

Benedicto XVI rezó desde ese "escenario de increíble violencia y dolor" por los fallecidos, policías, bomberos, trabajadores de la Autoridad del Puerto de Nueva York y Nueva Jersey y protección civil, así como por los trabajadores de los edificios, y las personas que quedaron con minusvalías o enfermaron en los trabajos de desescombro y rescate.

También pidió por las víctimas que los terroristas islámicos causaron en sus ataques al Pentágono, en Washington, y del avión que se estrelló ese mismo día en Shanksville (Pensilvania).

"Dios de paz, tráenos tu paz a nuestro violento mundo: paz en los corazones de todos los hombres y mujeres de las naciones de la tierra. Lleva tu amor a los corazones y las mentes de quienes están consumidos por el odio", pidió el pontífice.

Poco después, representantes de la Policía, del servicio de bomberos y de la autoridad portuaria, todos con víctimas en el atentado, saludaron y besaron el anillo de Benedicto XVI, al igual que hizo el grupo de familiares de las víctimas.

Como música de fondo sonaron acordes de violoncello por parte del Carter Brey, el primer violoncelista de la Orquesta Filarmónica de Nueva York.

Para asistir a ese breve y emotivo encuentro con el Papa, se realizó un sorteo entre las personas que lo solicitaron, siendo 24 los elegidos para participar en esa ceremonia, en la que también recibieron como regalo de Benedicto XVI un rosario y un crucifijo.

En ese grupo estuvieron hispanos como Ernesto Butcher, Miguel Cruz y Migdalia Calderón, que trabajaba en el piso treinta de una de las torres, y que se salvó, junto a una amiga, al separarse del grupo con el que inicialmente intentó salir del edificio.

En el inmenso solar sobre el que se levantará la construcción que homenajeará a las víctimas quedan todavía los restos de 1.100 personas, algo que algunos católicos y afectados por el atentado consideran que el Papa debería de tratar con las autoridades para que sus familiares reciban una sepultura adecuada.

A la ceremonia también asistieron los gobernadores de Nueva York, David Paterson, y de Nueva Jersey, Jon Corzine, así como el alcalde de la Gran Manzana, Michael Bloomberg, ambos judíos.

Después, Benedicto XVI volvió al centro de la ciudad, hasta la residencia del nuncio ante la ONU, Celestino Migliori, para almorzar y descansar antes de la misa multitudinaria que por la tarde celebrará en el estadio de béisbol de los Yankees de Nueva York, ubicado en el barrio del Bronx, de mayoría hispana.

El estadio tiene capacidad para 57.000 personas, y en él también celebraron misa sus antecesores Pablo VI en 1965 y Juan Pablo II hace 12 años, y que a partir de la próxima temporada deportiva ya no será utilizado.

El Papa estará en la zona de la segunda base del estadio de béisbol junto a los cardenales, arzobispos y religiosos que le acompañan, y habrá 530 sacerdotes y diáconos dando la comunión a los miles de fieles.

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