Los biocombustibles, a juicio

Se levanta la sesión. En el banquillo de los acusados están los biocombustibles, en tela de juicio por la creciente crisis alimentaria que se está cebando con los países en vías de desarrollo. Las pruebas no son claras. Mientras sus detractores llegan a plantear la producción de combustibles derivados de productos agrícolas como un dilema moral, sus defensores tratan de sacar los biocarburantes del debate sobre la crisis. En los países desarrollados donde, según los expertos, los pros superan con creces a los contras, la inocencia de este tipo de combustibles parece más clara.

La duda razonable sobre los biocombustibles no es monopolio de la sociedad, sino que se ha trasladado a los expertos. José Ondiviela coordinador del Centro de Información en Innovación Biotecnológica (IBERCIB) considera que "en los países con excedentes de producción de alimentación es bueno desde el punto de vista productivo, y desde el punto de vista de los agricultores". Sin embargo, no echa en saco roto la acusación de que en África, América Latina y algunos países de Asia la utilización de los productos básicos para la fabricación de biocombustibles aumenta el precio de los alimentos. Para él, la alarma surge de los países donde escasean los alimentos en ciertos sectores de la sociedad, como es el caso de Brasil.

Precisamente en Brasil se ha celebrado estos días una reunión de la Agencia de las Naciones Unidas para la Agricultura (FAO, en sus siglas en inglés), donde se ha debatido el papel de la producción agrícola destinada a la producción de biocombustibles en la crisis alimentaria. Tan sólo unos días antes de que diera comienzo este encuentro en Brasilia, el representante de FAO para América Latina y el Caribe, el brasileño José Graziano, trató de calmar los ánimos asegurando que aún "no existen verdades absolutas en relación con los biocombustibles". Si tendrán un efecto positivo o negativo en la seguridad alimentaria y el medio ambiente dependerá de cómo se desarrollen". Para él, detrás de la crisis y el aumento de precios está la especulación, y no tanto la producción de biocombustibles.

De hecho, la FAO aún no ha sacado conclusiones, ni siquiera después del encuentro mundial, en el que presentaron oficialmente el documento 'Oportunidades y Desafíos de la producción de Biocombustibles para la seguridad alimentaria'. Según este dossier, "la intensidad de los efectos negativos o positivos de la bioenergía dependerá de la escala y de la velocidad de los cambios, el sistema productivo utilizado y de la estructura de los mercados". Por otro lado, el documento plantea que los programas de biocombustibles "tienen potencial para beneficiar la agricultura familiar en toda la región".

Brasil es el país que más hizo hincapié en las ventajas de la producción de biocombustibles. No en balde, el país latinoamericano es el segundo productor mundial por detrás de Estados Unidos. "No vengan a decirme que están caros por los biocombustibles. Están caros porque el mundo no estaba preparado para ver comer tres veces por día a millones de chinos, indios, brasileños y latinoamericanos", aseguró el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva en su discurso ante la FAO.

Y mientras Brasil defiende con uñas y dientes la producción de biocombustibles, y la FAO mantiene una posición más distante, el director general del Fondo Monetario Internacional (FMI), Dominique Strauss-Kahn, ha tomado partido. Según él, producir biocarburantes a partir de alimentos plantea "un verdadero problema moral", en estos momentos de crisis. Strauss-Kahn opina que la reflexión sobre este asunto debe seguir adelante.

Otro gran censor de la producción de biocombustibles de este tipo es el relator especial de la ONU para el Derecho a la Alimentación, Jean Ziegler. Más duro que el director del FMI, Ziegler ha llegado a decir que la producción masiva de estos combustibles es un "crimen contra la Humanidad", ya que inciden directamente en los precios mundiales de los alimentos.

Como se ha dicho, los mayores productores de biocombustibles del mundo son EEUU y Brasil, que lo fabrican a partir del maíz y la caña de azúcar respectivamente. Estos son precisamente carburantes fabricados a partir de productos agrícolas, lo que se llama biocombustibles de primera generación, pero ya se ha evolucionado hacia otras formas de producción de biocombustibles de segunda generación a partir de algas, biomasa, etc. Así, los de primera generación sí podrían representar una amenaza en los países pobres porque utilizan alimentos. De acuerdo con el coordinador de IBERCIB, "en China, India y Malasia están trabajando con mucha intensidad" para desarrollar otro tipo de biocarburantes más eficientes.

Un panorama muy distinto en España

Y mientras el mundo participa en un encarnizado debate sobre la conveniencia de fabricar combustible a partir de productos agrícolas, los agricultores españoles se lamentan de que nuestro país esté tan atrasado en el tema y denuncian que el "impacto sobre la agricultura en España es mínimo".

Para Javier Alejandre, experto en biocombustibles de la Unión de Pequeños Agricultores (UPA), la implantación de cultivos para producir biocarburantes es una posibilidad interesante, ya que permitiría, entre otras cosas, "la diversificación de la agricultura, ya que se implantarían cultivos que en España apenas se dan, como la soja o la colza".

Sin embargo, el futuro de estos carburantes en nuestro país, de momento, es incierto, ya que "el precio del cereal es tan alto, que los productores de biocombustibles no pueden pagar la materia prima, así que no puede competir con los alimentos". A esto se suma, según Alejandre, el hecho de que en España "somos poco competitivos frente a los biocombustibles de otros países", aunque reconoce que "hay muchas esperanzas puestas en los biocarburantes de segunda generación".