Londres.- Los más estrechos colaboradores del presidente de Estados Unidos, George W. Bush, forzaron la aplicación de métodos de tortura en Guantánamo, por encima del entonces jefe del Estado Mayor Conjunto, el general Richard Myers.
Myers, que ocupó el cargo del 2001 al 2005, creyó equivocadamente que los reclusos en esa base norteamericana en suelo cubano y en otras prisiones estaban protegidos por las convenciones de Ginebra, que prohíben taxativamente la tortura.
Eso es lo que afirma Philippe Sands, profesor de Derecho en el University College de Londres, en un nuevo libro titulado "Torture Team" (Equipo Torturador) del que publica hoy extractos el diario británico "The Guardian".
Según Sands, altos cargos del Gobierno Bush forzaron medidas que eran antes ilegales y utilizaron para ello a oficiales militares sin experiencia destacados en Guantánamo.
Myers se considera víctima de una "intriga" en la que participaron destacados abogados del Ministerio de Justicia, del despacho del vicepresidente, Dick Cheney, y el Pentágono de Donald Rumsfeld.
Según el libro, los abogados de Guantánamo encargados de diseñar las técnicas duras de interrogación se inspiraron en el personaje del agente antiterrorista Jack Bauer, de la serie de televisión estadounidense "24".
Myers creyó equivocadamente que las técnicas de interrogación utilizadas se habían extraído del manual del Ejército.
Los asesores legales que lograron imponer métodos prohibidos por el derecho internacional, todos ellos nombramientos políticos, fueron Albert Gonzales, ex fiscal general de Estados Unidos, David Addington y William Haynes.
Según el autor del libro, también estuvieron involucrados Doug Feith, subsecretario de política de Rumsfeld, y Jay Bybee y John Yoo, dos fiscales generales adjuntos.
El Gobierno Bush responsabilizó a funcionarios de bajo nivel de los malos tratos a los detenidos en Guantánamo y la prisión iraquí de Abu Ghraib.
Sin embargo, el libro del profesor Sands deja bien claro que las presiones para que se aplicaran ese tipo de interrogatorios vinieron de alto y éstos habían sido aprobados por abogados de alto nivel en el Gobierno de George W. Bush.
El general Myers fue uno de los altos funcionarios que no comprendieron en su momento las implicaciones de lo que ocurría en Guantánamo y en distintas cárceles secretas.
Según el profesor Sands, que entrevistó durante tres horas al ex jefe del Estado Mayor Conjunto, éste no tenía claro qué decisiones se habían tomado.
Myers y sus más estrechos colaboradores fueron excluidos del proceso de toma de decisiones, se afirma en el libro.
El general ignoraba que los funcionarios del Gobierno Bush habían modificado las reglas de juego y autorizado técnicas de detención que incluían el empleo de perros y torturas.
"Nunca autorizamos las torturas. No es algo que haríamos", le confesó Myers al autor del libro.
Larry Wilkerson, ex oficial del Ejército y jefe de gabinete del ex secretario de Estado Colin Powell, señaló al diario "The Guardian" que sabía que Rumsfeld había "neutralizado" a Myers de modo muy significativo.
El jefe del Pentágono le excluyó, según Wilkerson, de importantes comunicaciones, reuniones, deliberaciones y planes.
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