David Taguas, ex asesor económico de Zapatero, está triste. Su oficina económica, con más de 40 miembros, se redujo a la mitad y con menor rango. Y Taguas, ex número dos de Miguel Sebastián, no tiene destino. Por eso, para salir del terreno de nadie, se ha pedido el puesto de embajador ante la OCDE en París.
David Taguas, ex director de la Oficina Económica de La Moncloa, es un economista ligeramente cabreado estos días. Su antiguo mentor, el actual ministro de Industria, Miguel Sebastián, no sólo no le ha ayudado a defender lo necesaria que era la Oficina Económica ante el presidente Zapatero, sino que le ha dejado en el limbo de los altos cargos cesados disponibles, pero sin destino.
Taguas sucedió a Miguel Sebastián al frente de la Oficina Económica cuando el asesor del presidente, hoy ministro de Industria, aceptó el encargo heroico de presentarse como candidato a la alcaldía por Madrid. Previamente, el economista ahora sin destino, abandonó el servicio de estudios del BBVA, donde había sido segundo del actual ministro de Industria.
Triste y algo decepcionado, el que durante dos años ha figurado como principal asesor económico del presidente Zapatero, no ha tardado en reaccionar y pedir. Le gustaría ser el embajador español ante la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico), un destino cómodo, bien remunerado y que tanto los gobiernos del PP como los del PSOE han utilizado en numerosas ocasiones como premio de consolación para los maltratados.
Ocurre, sin embargo, que Taguas tendrá que esperar a que la semana que viene Cristina Narbona decida si quiere ser la nueva embajadora ante la OCDE (la ex ministra de Medio Ambiente no se lo ha pedido, se lo han ofrecido) o se queda con la segunda opción que le han propuesto desde La Moncloa: crear un organismo para el Cambio Climático que coordine los trabajados sobre el asunto. El nombramiento de Teresa Rivero, hasta ahora una de las mujeres clave en el equipo de Narbona para el cambio climático, como secretaria de Estado de Cambio Climático, puede inclinar a Narbona, más si cabe, a quedarse en Madrid y dirigir el nuevo organismo.
La verdad es que la embajada de España en París ante la OCDE es un destino de lujo. Da para reponerse de los caprichos presidenciales y de los despechos y abandonos que causa la vida política. El hogar español de la OCDE está en el número 22 de la Avenida Marceau, muy cerca del Arco del Triunfo, de los Campos Eliseos y del Bois de Boulogne. Como corresponde a una noble zona residencial, la mansión tiene un digno patio ajardinado, techos elevadísimos, al más puro estilo siglo XIX. La residencia lleva servicio incluido, como todas las embajadas, y está muy cerca de la sede de la OCDE, así que se puede ir a trabajar a pie.
Notables embajadores ante la OCDE, además con una componente económica importante, han sido desde Fernando Ballestero, al economista José Luis Feito, el ex ministro Claudio Aranzadi, o la ex diputada europea por el PP Elena Pisonero.
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