¿Bloguear a muerte?

Son las 23h. Acabo de ver una película soberbia (coreana: 3-Iron). Mi mujer va a acostarse.

Antes de apagar el ordenador, miro a ver si hay algo interesante. La verdad es que no. Me dispongo a apagar. Siempre habrá tiempo de bloguear mañana. Pero veo que un lector (o lectora, no lo sé, pero gracias, BTW, a menos que, por el contrario… pero mejor leed hasta el final) me señala un artículo del New York Times donde veo reflejada mi actual desgana para escribir, que habla del "pos no exageremos": In Web World of 24/7 Stress, Writers Blog Till They Drop, en este mundo de estrés infinito, los blogueros escriben hasta que les llega la muerte (traducción aproximada, pero libre… es tarde).

Empieza con las banalidades habituales sobre el hecho de que trabajar en casa (es mi caso) acaba por invadir la vida familiar y los espacios de ocio.

- Ya voy…

Luego pasa a hablar de la muerte de tres blogueros (todos más jóvenes que yo) de ataque cardíaco y otras delicias por el estilo. (En el momento de escribir estas líneas, le estoy diciendo a mi mujer "ya voy, ya voy").

Michael Arrington, el más conocido de la región, admite haber engordado 15 kilos, sentirse un okupa en su apartamento, y temerse una visita inminente al servicio de urgencias del hospital local (si es el de Standford, tiene suerte).

"Esto no puede durar", comenta. Siempre bromea, pero esta vez piensa sin duda lo que dice (tal vez por eso empieza a comentarse lo que valdría TechCrunch si la pusiese en venta… 36 millones de dólares).

Los más afortunados se quejan de problemas de sueño, de adelgazar y cosas así. Un joven (22 años) que trabaja para Gizmodo reconoce que a veces se queda dormido sobre el teclado. Yo también.

-Sí, ya voy…

Como sucede a menudo, el secreto está en la pasta. A la mayoría de los blogueros les pagan por artículo, o a veces por tráfico.

Quieren ser los primeros, los mejores, sueñan con scoops [exclusivas] y con la gloria.

Bromeo sólo a medias. Nunca he considerado al scoop un valor seguro del periodismo (todo lo contrario). Yo sólo escribo un post al día, y eso no me reporta apenas nada (directamente, en todo caso).

Pero tal vez debería reflexionar…

- ¡Que ya voy!

Mi acto reflejo antes de acostarme un sábado por la noche ha sido venir a comprobar si había alguna novedad.

Y, lo que es más grave, me he dejado llevar por un titular llamativo. Nada esencial.

Debo reconocer que el miedo a una caída del tráfico está a menudo presente.

Creo también que me siento comprometido con los lectores a estar presente con la mayor regularidad posible.

Y además, y además, creo que me encanta esto; en cualquier caso, se ha convertido en parte integrante de mi vida; en algo importante, esencial. ¿Un hábito? ¿Una necesidad? Brrr, esto no pinta nada bien…

Vosotros, por lo menos, siempre tenéis la posibilidad de no leer.

No lo dudéis… (es broma, por supuesto).

En fin… que paséis buen domingo…