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Sonrisas y lágrimas en el nombramiento de Soraya Sáenz de Santamaría

Por PILAR PORTERO (SOITU.ES)
Actualizado 31-03-2008 16:49 CET

Felicitaciones sinceras, besos de Judas, rabia contenida, condescendencia... al catálogo de emociones que ha desatado la designación de la nueva portavoz del PP en el Congreso esta mañana en el hotel Meliá Castilla de Madrid, no le ha faltado de nada.

El lenguaje no verbal proporciona muchas pistas. Faltaba la confirmación pero la deslumbrante cara de Soraya, sentada entre Ignacio Astarloa y Ángel Acebes, en los minutos previos a que el líder del PP comenzase el repaso, parecía un cartel luminoso con una flecha señalándole a ella. A pesar de que se había enfundado en un traje gris con camisa blanca para no destacar demasiado entre tanto terno clásico, un aura de excitación la envolvía. Hoy ha tenido que poner en práctica grandes dosis de autocontrol para no brincar en su asiento primero -al levantarse para recibir los aplausos de sus compañeros se sujetaba al tablero con las dos manos- y para no ahogarse en lágrimas, después, durante su estreno en rueda de prensa. Con los ojos acuosos daba las gracias al presidente y a sus compañeros e insistía en que va a abordar su papel con "trabajo, dedicación, ganas y esfuerzo". La voz le bailaba y buscaba las palabras adecuadas para no cometer ni un error. Vigilada de cerca por Celia Villalobos, con la que antes se había fundido en un abrazo eterno, la Soraya disciplinada se ha impuesto rapidamente a la sentimental.

Relajada y exultante, hacía corrillo con el puñado de periodistas que se habían quedado hasta el último minuto. La mayoría de los más de 150 informadores que esperaban el anuncio dos horas antes, se habían ido pitando. Casi a la par que sus colegas del partido. Manuel Pizarro, uno de los nombres que sonaban en las quinielas, salía escopetado a la calle mientras aseguraba: "sólo quiero ser diputado por Madrid y creo que Soraya lo hará muy bien". Juan Costa, otro de los que alimentaba las predicciones y que ha recibido con frialdad el aplauso que para él ha pedido Rajoy, también se declaraba conforme y ante los rumores de que podría abandonar el partido, insistía en que va a continuar. Igual de oficialista, Ángel Acebes se declaraba satisfecho. Más irónico, Jorge Moragas, secretario de relaciones internacionales, que en los últimos días pedía la renovación, concluía: "Es sólo una parte más de la película, todavía queda mucho".

Sincera, Isabel Tocino alababa la decisión de Rajoy. "Estoy encantada. Es una persona de plena confianza del presidente, muy trabajadora y además es mujer". A Manuel Fraga, que no se ha privado de dar sus cabezaditas de rigor, sentado al lado de Rajoy, Soraya le resulta "una chica estupenda en todos los sentidos". Sin embargo, los halagos en voz alta se tornaban, en algunos casos, en resignación en los corrillos del partido. "Creo que González Pons se va a quedar, parece que lo ha encajado" comentaba un pepero a otro mientras Soraya tomaba la iniciativa de saludar a Francisco Camps, presidente de la Generalitat Valenciana, que tendrá que contentarse con celebrar en su ciudad el Congreso previsto para los días 20, 21 y 22 de junio en lugar de tener a González Pons, su apuesta personal, como portavoz en el Congreso. Soraya no estaba dispuesta a que nada rompiera la magia del momento. ¿Muchos besos de Judas?, le pregunto. 'No, de verdad que no he notado nada de eso'.

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