Los cubanos pueden volver a hospedarse, desde hoy, en los hoteles de la isla, igual que vienen haciendo los turistas. El gobierno de Raúl Castro, en un proyecto de apertura económica -todavía no se ha producido ningún gesto en lo que se refiere a la política- levantó la prohibición de registrarse en hoteles de lujo que pesaba sobre los cubanos desde la crisis de la década de los 90. Otra cosa es que tengan posibilidades reales de pagar una noche en un hotel: en el Meliá Habana, por ejemplo, la noche cuesta 170 pesos convertibles (el peso convertible tiene el mismo valor que el dólar y 24 veces más que el peso cubano), mientras que el salario medio mensual de un cubano son 25 pesos convertibles (cuc).
Con esta medida, enmarcada en el plan de reformas económicas anunciadas el 24 de febrero por Raúl Castro, se restablece el derecho constitucional de todos los cubanos a alojarse en cualquier hotel (art. 43). La crisis económica por la que atravesó la isla en la década de los 90 aparejó una serie de medidas encaminadas a "impulsar el turismo".
Sin embargo, esta apertura económica no tendrá una repercusión a corto plazo, según asegura un portavoz de Hoteles Barceló. "La mayoría de las cadenas hoteleras de la isla están dirigidas al turismo, que tiene posibilidades económicas", afirman desde esta compañía que tiene tres hoteles en la isla y donde se tiene la confianza de que en un futuro, como ocurrió en China, "los cubanos puedan también tener un desarrollo económico suficiente para acceder a los complejos turísticos".
Es cierto que a pesar del levantamiento de la prohibición, el acceso a los hoteles sigue siendo prohibitivo desde el punto de vista económico para la gran mayoría de la población. Habitaciones que superan en todos los casos los 150cuc por noche "lo hacen inaccesible para la gente de la calle", como confiesa una recepcionista de la capital. En la tabla siguiente puedes comparar el precio de una noche en tres hoteles de distinta categoría y el salario medio de varias profesiones:
A lo largo de esta década, el régimen castrista ha hecho algunas excepciones. Según F. D., un malagueño que trabajó durante nueve años en varios hoteles de lujo de La Habana, entre ellos el mítico hotel Nacional, el Gobierno "regalaba a algunos recién casados o trabajadores tres días de hospedaje con todo pagado". Incluso algunos cubanos accedían a las instalaciones "si iban acompañados de un extranjero". Lo mismo sucedía en los vestíbulos del hotel Nacional, en los cabaret Tropicana y Parisién, "donde se reservaban algunas mesas para cubanos a los que se invitaba como gratificación a su trabajo". Otras personas que han visitado o residido en los últimos años en la isla coinciden en que estas excepciones hace tiempo que ya no se daban.
A esta nueva medida hay que sumarle las reformas prometidas por el régimen que comenzarán a estar vigentes en pocas horas. Los cubanos podrán adquirir libremente ordenadores, lectores de vídeo, televisores, ollas arroceras y de presión eléctricas, bicicletas eléctricas y alarmas para coches, aunque a la mayoría su sueldo no le dará para estos 'lujos'.
La pregunta entonces es a quién benefician todas estas medidas encaminadas a una apertura económica. En primer lugar, al reducido círculo de cubanos que tiene acceso a divisas, como aquellos que reciben remesas de sus familiares en Miami, por ejemplo, donde actualmente residen 650.000 cubanos.
Se eliminan también trabas para la celebración de reuniones de trabajo en hoteles. Hasta ahora, si a la reunión tenía que acudir algún cubano en la mayoría de las ocasiones había que buscar un lugar de reunión alternativo.
También agradecerán la medida aquellos extranjeros que tienen a su novio o novia en la isla y que, ante las dificultades que encuentran los cubanos para viajar, deben conformarse con recibir la visita de sus parejas. Ahora, al menos, podrán regalarse unas vacaciones en una confortable habitación de hotel del país.
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