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Mamá, quiero ser guionista... como Rafael Azcona

Por LUIS MURILLO ARIAS (SOITU.ES)
Actualizado 31-03-2008 17:25 CET

De pequeño cada uno tiene sueños. Hoy los niños quieren ser futbolistas como Raúl, pilotos como Fernando Alonso, actores como Javier Bardem, cantantes como David Bisbal o incluso alguno que se ve el más alto de la clase se pregunta si podría ser como Pau Gasol, que juega en los Ángeles Lakers que es el mejor equipo del mundo mundial. Si uno quiere ser guionista, de pequeño le gusta escribir historias, no quiere ser protagonista, sino simple plumilla al servicio de uno que va a ser más conocido al que llaman director de cine, entonces tiene que querer ser como Rafael Azcona, el mejor escritor de cine de la historia de España.

Normalmente el guionista es un ser huraño, tímido, introvertido, ermitaño, al que no le gusta dar la cara y todos opinan sobre su trabajo, cambiándole frases, cortándole secuencias, infravalorando su trabajo. Azcona lo definió muy bien: "Soy la puta de los directores, hago todo lo que me piden". Al comentar esto, como todo lo que hizo en vida, fue demasiado poco protagonista. Los guionistas son las putas de los directores, de los productores, de los amigos de los productores, de los actores y muchas veces hasta de la script. Eso sí, Azcona podría considerarse una puta orgullosa. Era la puta con la que todos los directores querían acostarse. Y sus servicios hicieron célebres a hombres de la talla de Luis García Berlanga, Marco Ferreri, Fernando Trueba o José Luis Cuerda.

La gente se pregunta... ¿Quién quiere ser guionista si nadie sabe nunca su nombre? Es verdad, excepto en el caso de Rafael Azcona. Sólo él y Charlie Kauffman, como guionistas puros sin querer ser directores, han conseguido llenar salas sólo porque han sido ellos los que han escrito una historia. Nadie dice: "Me voy a ver 'El Orfanato', el último guión de Sergio G. Sánchez", porque ninguno se ha quedado con su nombre, sino con el de Bayona. En cambio sí dirán muchos: "Vamos a ver 'Los girasoles ciegos', la última de Azcona". Y lo malo es que será la última de verdad. Cuando la película dirigida por José Luis Cuerda, obra póstuma del guionista riojano, se exhiba en los cines de toda España, aún nos quedará su mejor trabajo: su propia vida.

El guionista nacional ha muerto según su propio guión. En una entrevista a RNE dijo que si existiera una aseguradora que después de morir se deshiciera de su cuerpo sin que nadie se enterase, él contrataría sus servicios porque el problema de un muerto no es el del propio muerto sino el de los que se quedan. "Cuando estoy vivo no estoy muerto y cuando estoy muerto no estoy vivo". Muy epicúreo. Azcona no contrató los servicios de esa aseguradora ficticia, pero tenía la aseguradora en casa, ya que su esposa, la mayor de las azconianas, hizo sus deseos realidad. El rey de los guionistas murió entre amigos el Domingo de Resurrección. Eso quiere decir dos cosas. La primera, que no nos hemos enterado de su muerte hasta dos días después. No quiso ser protagonista ni siquiera en el final. Y ejerció el poder sobre la muerte. La segunda, que no le hará falta resucitar porque sigue vivo en los diálogos de sus películas.

Los que le conocían decían que era un talento desaprovechado en las tertulias de la tele, aunque sí disfrutaban de él delante de un un buen plato de comida, si eran langostinos mucho mejor. Pero no se confundan. Rafael Azcona no se ha muerto. Eso es una película que nos han contado. Un hombre que sobrevivió a los Escolapios y a una posguerra perversa en la que no se podía opinar, que escribió el guión de su propio fallecimiento ejerciendo de poderoso sobre quien lleva la guadaña no puede estar muerto cuando deja unos diálogos tan vivos como estos de 'Belle Epoque':

MANOLO (FERNANDO FERNÁN GÓMEZ)

-Tres grandes frustraciones, tres frustraciones que me han amargado la vida. La primera es no haber nacido en tierra de infieles porque como con el bautizo te hunden para toda la vida. La segunda es que por la cosa de los pies me libre de ser soldado y no pude desertar.

FERNANDO (JORGE SANZ)

-¿Y su tercera frustración?

MANOLO (FERNANDO FERNÁN GÓMEZ)

-Ah, una cosa terrible. Resulta que como sólo me empalmo con mi mujer, no he podido conculcar el matrimonio. Ya ves que paradoja...como no he podido rebelarme contra la Iglesia, ni contra el ejército, ni contra el matrimonio, que aparte de la banca son las instituciones más reaccionarias que existen... Aquí me tienes: rebelde, infiel y libertino por naturaleza y viviendo como un circunspecto burgués...

Nadie dijo que no se hubiera inspirado en su propia vida. Quizá fueran sus mismas frustraciones. "¿Que por qué quiero ser guionista? ¿Y tú me lo preguntas después de leer esto? Porque quiero ser capaz de dejar para la posteridad unas frases que no sean ni la mitad de vivas que éstas, aunque nadie sepa quién las ha escrito. Porque quiero ser como Rafael Azcona. Y, si me lo preguntas, también quiero morir como él". Eso le dice el niño a la madre. El niño que no quiere ser como Raúl.

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