BARCELONA.- El campeón arrogante que se vuelve simpático... cuando cambia de coche. No, no es realidad (o igual sí). Es la idea de fondo escogida por los gurús comerciales de Renault a la hora de preparar sus último spot, ahora ligados a la imagen de su piloto estrella en F-1. En el anuncio podemos ver a un Fernando Alonso accesible, que firma autógrafos a los niños y que hasta sonríe. Y ahora llega la pregunta: ¿disfrutaremos este Alonso en los circuitos también?
La campaña de Renault es muy inteligente, y se apoya en los odios de los antialonso prototipo, aquellos que no soportan el carácter esquivo y a veces desagradable que muestra Alonso en sus actos públicos. Ellos y ellas, en mayoría, ignoran que detrás de esa pose se esconde un chico humilde y muy muy tímido, lo que en parte justifica su comportamiento, si bien todo campeón del mundo debería ser consciente de que la imagen que trasciende ante la cámara es la que el público percibe como suya verdadera (lo demás adquiere categoría de rumor). El ejemplo opuesto es Pedro Martínez de la Rosa, que siempre ha hecho gala de una educación exquisita y una entrega a los aficionados digna de mención: «Es que vivimos gracias a ellos, y yo no entiendo que haya pilotos que les nieguen un autógrafo», declaraba a la extinguida revista Solo Auto Sport en noviembre de 2006.
El caso de Alonso no es para nada extraño. Ayrton Senna, que muchos consideramos el mejor de la historia (idea absolutamente rebatible), tenía auténticas legiones de enemigos por su carácter inaccesible. Lo mismo ocurrió en su día con Michael Schumacher, Alain Prost o Nigel Mansell, por poner sólo tres ejemplos. Sin embargo, a todos ellos les llegó un momento en que cambiaron el chip, generalmente después de un severo golpe a su moral o ego. Con Schumacher, este instante coincidió con el aterrizaje en la F-1 de un chico nacido en Oviedo que se atrevió a mojarle la oreja sobre el asfalto. A Mansell le ocurrió algo parecido al año siguiente de su gran año en la CART, en 1993. En el caso de Alonso, media el cambio de carácter el salto de un McLaren-Mercedes a un Renault. Y hasta cierto punto, hasta tiene su lógica. De hecho, probablemente es lo que pensaríamos cualquiera de nosotros si nos bajaran de un CLK 63 AMG para subirnos en un Mégane...