BARCELONA.- Empieza una nueva era. El Fernando Alonso de 1999, esa alma imperturbable que batía récords y no encontraba rival a su altura, debe afrontar el primer escollo de veras de su carrera deportiva: el rechazo de una categoría que, en 2005 y 2006, le adoró como a un héroe. El asturiano cambia coche ganador por uno de segunda fila, equipo plagado de éxitos por otro que ansía reverdecer laureles, amistades peligrosas por viejos amigos y antiguos enemigos (la prensa) por interesados aliados mediáticos. Prepárense para una temporada que no olvidarán jamás, porque no hay nada mejor para un espectador que un campeón herido.
Arrasó en el Open Nissan (1999), respondió con resultados a sus críticos en la Fórmula 3000 (2000), fue el más joven en ganar un Gran Premio de F-1, marcar una pole, un podio y una vuelta rápida (2003); acabó con Trulli (2004), Fisichella (2005 y 2006) y se llevó con la gorra dos títulos mundiales (para entenderlo mejor: parte 1, parte 2 y parte 3 ). Él, adalid de la generación del baby boom, es ahora uno de los veteranos de la clase, y encima se enfrenta a una pléyade de teenagers armados con mejores coches que su Renault.
¿Por qué Fernando no tiene un coche ganador? La respuesta tiene nombre y apellidos: Lewis Hamilton, el primer rival que ha logrado derrotarle en la pista. Con la misma telemetría o sin ella, con ayuda extra del equipo o sin ella, con un título perdido por la renuncia a las tácticas de equipo o no. Eso poco importa ahora: la estadística dice que el mundial 2007 acabó con el inglés segundo y el asturiano en tercer lugar.
Alonso, herido en su orgullo, buscó el consuelo en la huida del imperio de Ron Dennis, dando un salto al vacío. 2005, el momento en que su representante recibió ofertas de casi todos los equipos de la parrilla, quedaba ya muy atrás. El gran sueño, Ferrari, se escapaba días después de su confirmada huida de McLaren con la renovación de Massa (la venganza que Jean Todt tenía reservada al asturiano, que se negó en dos ocasiones a firmar por la escudería italiana). Sólo quedaba una salida: dar un paso atrás, aguardar tiempos mejores desde la segunda línea, asistiendo desde la distancia a la batalla entre Kovalainen, Hamilton, Räikkönen y Felipe Massa con sus invitados de lujo, como Red Bull o Williams.
La nueva tesitura va a aplacar de una vez por todas al Alonso que se burlaba de los medios acusándolos de «no saber nada de F-1», aquel que, todavía con un contrato con Renault, se presentaba en sus actos de promoción conduciendo un Mercedes clase S, y, probablemente, a aquel que, en sus años gloriosos, acusaba a Renault de no volcarse lo suficiente con él. Fernando ha madurado, aparcando definitivamente toda declaración altisonante durante la pretemporada, y ahora está más centrado que nunca en salvar su carrera deportiva. Y eso pasa por hacer ganador al Renault o, al menos, llevarse el triunfo en algún Gran Premio esta temporada. Y lo conseguirá.