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Fango

Por JAVIER PÉREZ DE ALBÉNIZ (SOITU.ES)
Actualizado 11-03-2008 07:40 CET

Ya no se mata como antes. ¿Recuerdan ustedes al Sacamantecas, ese asesino que en el Álava del siglo XIX extraía la grasa a sus víctimas tras abrirles la barriga con un cuchillo? ¿O al Arropiero, que acabó con la vida de 48 personas, manteniendo relaciones sexuales con algunos cadáveres? ¿O Puerto Hurraco, esa pedanía de Badajoz en la que los hermanos Izquierdo mataron a nueve personas por un asunto de lindes? Eso era matar a lo grande, dejándolo todo bien ensangrentado y lleno de miseria. Y es que en esto del crimen y la masacre, para qué vamos a engañarnos, cualquier tiempo pasado fue mejor. Recuerden 'La huella del crimen', serie de Paco Costa Muste emitida en los ochenta por TVE…

La mediocridad criminal que nos invade tiene inevitables consecuencias televisivas: ya no hay series de asesinos como las de antes. Ahora son miniseries, la cosa no da para más. Y donde antes los cadáveres se contaban por docenas, y la sangre por barreños, ahora resulta que no se espera ni a que se celebre el juicio. "Que nadie olvide que se trata de una miniserie de ficción basada en hechos reales", se justifica uno de los protagonistas de 'Fago' (TVE) en pleno Telediario. ¿Miniserie de ficción basada en hechos reales? El productor ejecutivo de la misma, Melchor Miralles, se apresura a decir que la serie se limita a "reflejar los datos recogidos en el sumario", y advierte de la "ausencia de valoración y juicio". Para que ustedes se enteren: los nombres de los personajes son distintos de los de la historia de 'Fago'. Y la historia, también. Podían incluso haber cambiado el nombre del pueblo, para añadir "ficción" y "ausencia de juicio" a la serie. Es decir, que la han llamado 'Fago', pero se podía haber llamado tranquilamente 'Navalcarnero', 'Lepe' o 'Barbate'.

Localizaciones geográficas aparte, 'Fago' es una miniserie absolutamente espantosa. Se salvan los dos actores protagonistas, asesino y víctima. El resto sugiere un trabajo de aficionados, con un guión deplorable (lento, con diálogos antinaturales y personajes sin enjundia), ausencia absoluta de ritmo y la peor iluminación que recuerdo.

Pero mereció la pena verla por un detalle que debería pasar a la historia de la ficción nacional. Un detalle que resume las paranoias que aún padecen algunos trabajadores de la factoría de 'El Mundo': en un momento dado, aparecen dos jóvenes perfectamente caracterizados de radicales vascos (aspecto de sucios, ikurriña cosida al hombro, pañuelo palestino al cuello), que escupen al alcalde en un pleno y dicen que le van a pegar "dos tiros". Como en otro plano también sale una mochila… ¡Sólo faltaban la Renault Kangoo y la cinta de la Orquesta Mondragón!

¡Cómo dominan los puñeteros la ficción basada en hechos reales! Pero no podemos dejarnos cautivar por un momento de desternillante humor, queridos lectores. 'Fago' es un desastre. Lo peor no es que los informativos de mediodía y la noche de La 1, o el programa 'Gente', le hayan dedicado a su promoción más espacio que a la mayoría de informaciones que han emitido. O lo oportunista, precipitada, desafortunada, soporífera, interminable y ramplona que pudo llegar a ser. Ni siquiera lo malintencionada que resultó: las imágenes de los vecinos brindando con champán, entre gritos de alegría la muerte del alcalde, son simplemente intolerables. Piensen que se trata de un caso aún no juzgado, y que lo será con un jurado popular.

Lo peor es lo que comentamos hace unos días con motivo de 'La señora': que TVE tenga que comprar a productoras externas programas que, en condiciones normales, deberían hacerse sin ningún problema (y mejor) en la propia casa.

Algún malpensado podría creer que cuando TVE contrata una miniserie como ésta a ElMundo TV, productora de Unidad Editorial (grupo multimedia al que pertenece 'El Mundo'), lo que hace es tratar de repartir de manera salomónica la tarta de la televisión pública. Porque no sólo tienen derecho a la vida las productoras ideológicamente afines. Hay que disimular y, de paso, garantizarse la buena disposición de un diario que podría resultar incómodo.

¿Se imaginan a 'El Mundo' dando caña a TVE después de que ésta le esté soltando la pasta a su productora de televisión? Yo no. Son las miserias de los grandes grupos mediáticos, siempre con demasiados frentes abiertos, y demasiados compromisos, como para hacer periodismo de manera independiente y libre. Además, ya saben que no sólo de las autonómicas del PP (Telemadrid, Canal 9…) viven determinadas productoras de televisión. Fango.

Un motivo para no ver la televisión

El pasado 2 de marzo murió Jeff Healey. Un guitarrista de blues con el que sucedía como con los grandes magos: no podías dejar de mirarle las manos. Unas manos que abordaban el mástil de la guitarra de manera inusual: sentado, descansaba el instrumento sobre las piernas y tocaba el diapasón y las cuerdas como si fueran… ¿las teclas de un piano?

Healey era un bluesman ciego, como el Reverendo Gary Davis, Bo Carter, Sonny Terry o Blind Lemon Jefferson. Era canadiense, como Neil Young o Ronnie Hawkins. Y como Stevie Ray Vaughan, lograba extraer de una Fender Stratocaster sonidos que jamás hubiéramos podido soñar. El blues blanco ha perdido a un guitarrista inconfundible.

Éste era, y así tocaba, Jeff Healey…

Dos de los mejores guitarristas eléctricos de todos los tiempos, ambos desaparecidos: Stevie Ray Vaughan and Jeff Healey…

Tocando su primer gran tema: 'See The Light'

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