MADRID.- Son muchos millones las colillas de cigarros que acaban tiradas en el suelo cada año en el país. Estos residuos no son biodegradables y acumulan elementos tóxicos que suponen un serio riesgo para la fauna.
Por desgracia, este número de colillas arrojadas al suelo parece estar aumentando desde que entró en vigor la 'Ley antitabaco', pues ahora es mucho más común que se fume en espacios abiertos al no estar permitido en oficinas y determinados lugares públicos.
De hecho, un estudio realizado por la Universidad Politécnica de Cataluña concluyó que ahora los mayores focos de suciedad por acumulación de colillas se encuentran en las aceras de las calles con más empresas.
En España se fuman unos 89 millones de cigarrillos al día, lo que supone 32.455 millones de filtros desechados anualmente, según un informe reciente del Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo (CNPT).
¿Cuántas de estas terminan en el suelo? Lo cierto es que no existen estudios sobre el caso español, pero sí sobre otros países. En Australia, por ejemplo, se ha calculado que el 50% de los cigarros consumidos se fuma en el exterior, y de estos el 59% se tira al suelo en vez de en un cenicero o una papelera. Una proporción similar en España, o incluso con porcentajes más optimistas, para tener una estimación prudente, supondría que estén acabando en el suelo del orden de 4.000 millones de colillas.
¿Qué sucede con estos filtros, a dónde van a parar? Este residuo ensucia nuestras calles, pero lo más preocupante es que, generalmente, la lluvia los arrastra hasta cursos fluviales, llegando a las costas y campos. A pesar de su apariencia los filtros no son biodegradables, están fabricados con acetato de celulosa, que tarda bastante tiempo en degradarse. Algunas fuentes aseguran que pueden pasar desde meses hasta incluso 10 años para que se descompongan.
Pero el problema básico no radica en el tiempo que perduran estos residuos, sino en la toxicidad que acumulan. El filtro de las colillas está diseñado para acumular los componentes del tabaco, incluidos los químicos más nocivos, que son liberados en contacto con el agua. Por tanto cuando llegan a los ríos o incluso al mar, sueltan estas sustancias, lo que supone una grave amenaza para la biodiversidad. Al respecto, la Universidad de Longwood (Estados Unidos) realizó un estudio sobre el efecto de los elementos liberados de colillas sobre la pulga de agua, crustáceo base de la cadena alimenticia en ecosistemas de agua dulce. Para concentraciones de menos de 0,125 colillas por litro, las pulgas de agua mueren en menos de 48 horas. Una colilla provoca la contaminación de ocho litros de agua.
Otros impactos provocados por colillas no son menos preocupantes:
Ni las calles de nuestras ciudades, ni mucho menos los espacios naturales, son un inmenso cenicero. Y las colillas arrojadas al suelo, suponen un gran impacto. Para evitarlo, basta con utilizar una pequeña lata como cenicero o algún tipo similar de cenicero portátil. ¿Si eres fumador, qué haces tú para no tirar las colillas al suelo?
*Vanessa Sánchez es ambientóloga y trabaja en la Fundación Global Nature
(Las conclusiones y puntos de vista reflejados en este artículo son responsabilidad únicamente de su autor y no representan, comprometen, ni obligan a las instituciones a las que pertenece).
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