Madrid.- La dificultad de compatibilizar los hábitos de vida modernos con una alimentación sana está incidiendo en el aumento de la obesidad y de las enfermedades asociadas al sobrepeso, tendencia que si no se rompe podría desembocar en el hecho de que los hijos puedan llegar a vivir menos que sus padres.
Son algunas de las conclusiones expuestas en el estudio de la Fundación "La Caixa" sobre "Alimentación, consumo y salud", que analiza los problemas que están emergiendo en relación con estos ámbitos, condicionados en gran parte por la forma de vida que llevamos.
"Factores sociales como la organización doméstica, el lugar donde compramos o el papel que asume el ama de casa influyen en qué se come, cuándo, dónde y para qué", ha explicado uno de los coordinadores del estudio Cristóbal Gómez, profesor de sociología de la UNED.
El ritmo de vida determina el tipo de alimentación y el consumidor nunca había tenido tanta información sobre nutrición y también tanto desconcierto, según Cecilia Díaz, profesora de sociología de la Universidad de Oviedo, quien opina que "no sabemos lo que comemos".
"Ahora aprendemos lo que es bueno para comer a través de los medios de comunicación, las revistas o internet, y no a través de las madres, como hace unas décadas", ha añadido, por lo que la información que recibimos es la de instituciones "que dan recomendaciones basadas en conocimientos científicos".
El informe describe cómo hemos pasado en las últimas décadas de una sociedad con carencias alimentarias a otra con sobreabundancia y con hábitos de vida poco saludables, que abren el camino a nuevas enfermedades como consecuencia de estilos de vida sedentarios.
Destaca que la obesidad infantil y juvenil "crece alarmantemente y proliferan otras patologías asociadas a la nutrición como la anorexia, la bulimia o la ortorexia", factores que pueden provocar que "por primera vez en la historia de la humanidad los hijos tengan menor esperanza de vida que sus padres como consecuencia de la aparición de enfermedades degenerativas derivadas del sobrepeso y de hábitos alimenticios inadecuados".
Según el doctor Javier Aranceta, la obesidad induce a enfermedades crónicas que acortan la vida (diabetes, hipertensión) y en el caso de jóvenes de entre 12 a 18 años que la padecen pueden desarrollar 30 años antes de lo previsto factores de riesgo "que orientan que va a tener una mortalidad prematura o una esperanza de vida más corta".
Por ello, según el especialista en medicina preventiva, se "trata de alertar de que nos podemos acercar a esta situación y que es evitable" y plantea la recomendación de que cada familia tenga un proyecto de salud que acomode "los gustos con lo que nos favorece".
"Hay que tener el control de la alimentación", ha insistido el facultativo para romper con las cifras sobre obesidad infantil, que en EEUU son del 30 por ciento y en España del 15%.
El informe explica que los niños que pesaron menos de 3,5 kilogramos al nacer o los que recibieron lactancia materna en los tres primeros meses de vida presentan menos tasas de obesidad, al igual que los que consumen frutas y verduras o realizan un desayuno completo.
Son candidatos a obesos los niños sedentarios o que dedican mucho tiempo a ver la televisión o a jugar con el ordenador y los que consumen excesivamente productos azucarados, bollería, embutidos y refrescos.
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