MADRID.- John Dewey ha ganado a Walter Lippmann. La concepción de los medios como un elemento fundamental para la creación y la integración de una comunidad triunfa en la era de las redes sociales. Los dos teóricos del periodismo moderno pasaron 30 años discutiendo la relación y la integración de los medios con su público. Para Lippmann, el periodismo sólo debe contar las cosas. Para Dewey, debe ayudar a cambiarlas y hacer a la gente participar en esos procesos.
Los medios de información apuestan ya sin dudas por la segunda concepción, un día representada por lo que se llamó el periodismo cívico y más tarde reconvertida en periodismo ciudadano.
Diarios como USA Today o Financial Times, o revistas como The Economist o Fast Company creen ya que su futuro está en convertirse en auténticas comunidades, en redes sociales para sus lectores.
Es el resultado de la explosión de la participación, la creación y las comunidades en internet, de la red social y la web 2.0.
"La prensa no es un sustituto de las instituciones", decía Lippmann, el gran teórico del periodismo objetivo, hace casi un siglo. Los responsables de los medios piensan ahora que o eres capaz de aunar a un grupo de lectores fieles a la cabecera, reconociéndose, conversando entre ellos y aportando contenidos y elementos de opinión e interés a esa comunidad o el público se reduce hasta la extinción.
"Un buen diario es una nación hablándose a sí misma", dijo el literato Arthur Miller. Hoy no llegan a tanto. Vale con que sean atractivos para una audiencia más o menos fiel que pasa un buen rato enganchada en los contenidos, las conversaciones, las relaciones y a sus páginas. Un público al que dirigir publicidad, elementos de marketing y argumentos para que sigan con ese medio en lugar de preferir a otros.
USA Today, el diario que revolucionó la prensa en los años ochenta del pasado siglo, dio el paso hace un año, cuando puso a disposición de sus lectores perfiles personales, recomendaciones entre ellos y sistemas de participación con contenidos y comentarios.
Medios hechos por periodistas en busca de nuevas formas de participación y fidelización de la audiencia.
Un modelo similar, con elementos de webs como Digg, Menéame o del.icio.us y la ambición de convertirse en una plataforma para la creación de identidades digitales alrededor de la información sería el origen del proyecto de ADN.es.
La revista Fast Company nació con la nueva economía de los años 90 y es una de las supervivientes de la crisis de las puntocom. Entonces declaraban que "la computación es social" y antes de que existieran las redes sociales crearon en 1997 su cadena de lectores.
Así que cuando oyeron hablar del networked journalism se convirtieron en uno de sus máximos defensores. Y ahora la revista quiere ser "una nueva comunidad de gente que quiere compartir ideas sobre negocios". Y aclaran que no son una red social pura.
Porque en el periodismo de los nuevos medios sociales coincide la producción de contenidos profesionales con la participación y los contenidos de los usuarios. Pero sobre todo, la clave, está en cómo manejar el criterio social y cómo aprovechar de la mejor forma la opinión y las aportaciones del público.
La idea del periodismo distribuido, periodismo en red, periodismo 3.0 o networked journalism no está sólo en sumar contenidos del público ni en aprovecharse de la facilidad para comentar, sino en ampliar el proceso de la información y hacerlo participativo al tiempo que se va creando un criterio de calidad gracias a la participación.
Ahí están algunos desafíos para el periodismo de calidad futuro en un escenario donde los medios no sólo han perdido su autoridad y su voz inapelable, sino que los límites entre lo público y lo privado se desdibujan al tiempo que la interactividad cambia el producto final.
Walter Lippmann decía que los diarios se ocupaban de lo público. Si hoy los viera, miraría a su amigo y contrincante Dewey para compartir su idea de que la tecnología expande la personalidad, las ideas y la propia democracia.
En The Economist, revista emblema de la prensa de calidad, se han planteado el desafío. Y por eso trabajan en cómo construir una red social de calidad alrededor de la revista.
Y han empezado con unos debates al estilo Oxford. ¿La receta? Dos posturas a favor y en contra de un mismo tema que son discutidas por expertos y público con la intervención de un moderador.
The Economist intenta crear una red de usuarios de calidad, acorde con sus propuestas periodísticas y su reputación.
Porque de la economía de la reputación, aunque sea 1.0, los medios llevan muchísimo tiempo viviendo.
El mismo problema se lo planteó Vilaweb. La revista digital catalana sigue una política de participación exigente con sus lectores. Las informaciones no permiten comentarios, pero a partir de los contenidos periodísticos ha creado una fuerte comunidad de blogs con alta participación y que se ha convertido en un referente de los medios, la política y la cultura en Cataluña.
Y, además, con herramientas sociales de pago.
Algo parecido intenta ahora el diario Financial Times. Crear una comunidad donde la gente de los negocios tenga acceso a contenidos de calidad, herramientas sociales, participación en eventos reales o virtuales y relación con personas de sus mismos intereses.
A los usuarios de redes como LinkedIn les sonará.
La crisis de la autoridad, de la credibilidad y de la mediación son el eje del crack de la prensa tradicional. Y ante la explosión de comentarios, muchos insustanciales, otros engarzados en polémicas sectarias, muchos sin interés que saturan las páginas de los medios generalistas, muchos se preguntan cómo mejorar la participación y convertirla en un elemento de calidad.
La moderación como en el caso de The Economist o la metamoderación ya tradicional de las redes sociales, unida a ciertos elementos mínimos de publicación o producción de contenido elaborado, son las rutas atisbadas por muchos estudiosos y periodistas.
Y por ese camino avanza el encuentro entre el periodismo tradicional y el llamado periodismo ciudadano a la busca de lo que el filósofo Jürgen Habermas llamaba un público ilustrado.
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