Nuestros críticos de cine no se ponen de acuerdo sobre 'Pozos de ambición', una de las películas con más nominaciones a los próximos Oscar. Para el Dr. Etxea, Daniel Day-Lewis no logra emocionar y la historia no cala en nuestras conciencias. Sin embargo, Federico Volpini opina que estamos ante un film bello que no te arrepentirás de ir a ver.
Dr. Etxea
'Pozos de Ambición' indaga en los cimientos capitalistas de Estados Unidos. Algo está pasando en el Imperio cuando en los últimos meses tantas películas echan una mirada épica a sus orígenes. La intención de Paul Thomas Anderson es loable, pero construir una gran obra no consiste sólo en rodar con maestría. Hay que emocionar, convertir en interesante una biografía, en este caso la del buscador de oro negro Daniel Plainview. Y no lo consigue 'Pozos de ambición' por más promoción laudatoria que hayan hecho de esta multicandidata al Oscar. Seguro que en Hollywood la adoran porque son muy suyos y les encantan los héroes, aunque lamenten sus hazañas. La película es de una factura impecable, de narración épica y legendaria, pero no cala en nuestras conciencias. No acaba de despertar el interés por un tipo que en su delirio podría rememorar al Klaus Kinski de "Fritzcarraldo".
Daniel Day-Lewis, hace de un tipo que se deja el pellejo en las perforaciones petrolíferas de Nuevo Méjico a principios del pasado siglo. El actor da un toque extremadamente frío al personaje. Puede que esa sea la intención, pero no hay matices en su desarrollo. Y debería haberlos en este señor que se pone el mono de faena y desciende al pozo con la misma pulcritud expresiva con la que se sienta en su despacho a engañar indefensos granjeros. Day-Lewis estaba más acertado haciendo de presidiario inocente :' En el nombre del Padre', o de homosexual desconcertado en 'Mi hermosa Lavandería'. Han pasado unos cuantos lustros desde el estreno de ambas producciones británicas. Entonces no contaban con el tirón mediático del que ahora goza el intérprete inglés. Prestigio que aprovecha 'Pozos de ambición' para ganarse a los académicos. Quizá lo consiga, pero eso no cambia la perspectiva.
Federico Volpini
La energía es el recurso. De la energía vienen los Estados Unidos y energía es lo que salen a buscar por el mundo. Ya sea Venezuela, México, Oriente Medio: al pozo. No hay que tener razón: hay que mostrarse enérgico hasta acabar por serlo.
En el caso de Daniel Plainview, energía le sobra y va a sobrarle más según perfora pozos petrolíferos: esos 'pozos de ambición' del título español, en vez de 'Va a haber sangre', que es de lo que se trata. Daniel Plainview es más que un ambicioso: quiere poseer la sangre de la tierra, aunque para ello haya de comulgar con la sangre de Cristo, que es su competidor al fin y al cabo. Como decía el judío huido a Amberes mientras el Santo Oficio lo quemaba en España en efigie: "ahí me las den todas" -piensa Daniel Plainview, a quien no le preocupa que sobre la cabeza le caiga sólo el cielo-.
Epopeya del Oeste: el hombre que se labra su destino, con una historia larga, "más grande que la vida", de la que estorba un tanto el final granguiñolesco que puede, sin embargo, granjearle un Oscar a Daniel Day-Lewis.
Hasta ahí, una película bella y, sobre todo en su primera parte, vigorosa. Una de ésas de las que no se arrepiente uno, si va a verla.
Ficha técnica
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