Steven Spielberg no ve con buenos ojos el apoyo de China a las violaciones de Derechos Humanos que tienen lugar en Darfur (Sudán) y no ha dudado en dar plantón a la organización de los Juegos Olímpicos de Pekín. El director ya no participará en el diseño de la ceremonia de apertura y, lo más importante, su gesto podría abrir la veda para que más personas del mundo de la cultura, el deporte y la política aprovechen la palestra olímpica para denunciar las violaciones de los derechos humanos que se cometen en el gigante asiático.
Human Rights Watch cree que ha sido un gesto ejemplar. Tan ejemplar, que debería ser imitado por "los patrocinadores, los gobiernos y los comités olímpicos nacionales" para lograr que mejoren las condiciones de los derechos humanos en China".
Según la organización, "los patrocinadores están arriesgando su reputación a menos que se esfuercen en convencer al gobierno chino de que cumpla con las promesas que adquirió en el momento en que su capital fue elegida como ciudad olímpica". Por ese motivo, los insta a "utilizar su considerable influencia para persuadir a Pekín a cambiar su política" .
Otros que han visto en los Juegos Olímpicos una oportunidad para poner los supuestos abusos cometidos por el régimen chino en el centro de todas las miradas son los activistas de Amnistía Internacional (AI). Desde que se supo que Pekín albergaría los juegos, la organización trabaja para que el gigante asiático cumpla su promesa de trabajar en pro de los derechos humanos, sobre todo en lo que se refiere a la pena de muerte, torturas y a la libertad de expresión.
Desde AI España aseguran que "no se ve un gran cambio". Fuentes de la organización reconocen que China dio un paso cuando anunció que revisaría la pena de muerte, pero que "el hermetismo es tal, que es imposible saber el número de ejecuciones que se llevan a cabo". Por lo demás, a pesar del esfuerzo del país asiático por lavar su imagen, AI "no ve ningún cambio" en su posición respecto a la libertad de expresión y otros derechos.
De momento, la campaña de Amnistía,'¿Sabes a qué se juega en China?' se ha limitado a dar a conocer los problemas internos del país y a recoger firmas para la causa. Sin embargo, la organización no descarta hablar con los deportistas que van a participar en los Juegos para que se impliquen en las denuncias al régimen chino.
Para AI sería muy positivo que los propios participantes tomaran conciencia de lo que ocurre en China y aprovecharan su posición para darlo a conocer a la opinión pública internacional, aunque son conscientes de la dificultad que esto entraña, por las presiones a las que están sometidos. "Pensamos que será más fácil con los deportistas retirados", señala una portavoz.
Las presiones de las que habla Amnistía no son las únicas trabas que se ponen a los atletas para que no hagan 'ruido'. En Gran Bretaña, símplemente, lo tendrán prohibido por contrato. Según publica la BBC, es la primera vez que el Comité Olímpico Británico (BOA, por sus siglas en inglés) obliga a los deportistas a firmar una cláusula política.
Las críticas no han tardado en llegar, así como los desmentidos. El BOA niega rotundamente que se quiera tapar la boca a los participantes en los Juegos Olímpicos para que no hablen sobre la situación de los derechos en China.
En España no habrá ningún contrato de este tipo. "No vamos a prohibir taxativamente a los deportistas que hagan manifestaciones políticas como en Gran Bretaña", explica el director de comunicación del Comité Olímpico Español, Chema Bayón, por teléfono. Sin embargo, sí recordarán a los deportistas "cómo deben comportarse en el podio según la carta olímpica internacional", que señala que los atletas sólo pueden llevar el chándal sin ningún tipo de publicidad.
La política siempre ha estado presente, de una manera u otra en estas competiciones.
Este año, el tema de los Derechos Humanos de China y su papel como anfitriona de los Juegos Olímpicos ha llegado al Parlamento Europeo, donde ha protagonizado acalorados debates, e incluso se ha llegado a hablar de "boicot":
Efectivamente, a finales de los setenta Sudáfrica fue expulsada del Movimiento Olímpico por su política del 'apartheid'. Pero no es la única vez que la política protagoniza los deportes olímpicos. Durante la guerra fría, ambos bloques utilizaron los Juegos Olímpicos para hacerse presión. En 1980 los países occidentales se negaron a acudir a los Juegos de Moscú después de que la desaparecida Unión Soviética invadiera Afganistán. Del mismo modo, los países comunistas boicotearon los de Los Ángeles en 1984.
La carga política se ha ido diluyendo en el espíritu olímpico y las críticas son cada vez menos explícitas. La presencia de China como miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU podría explicar que la comunidad internacional no se haya posicionado de forma clara, aunque sí se haya acordado la tradicional "tregua olímpica", que prevé que el Gobierno chino se relaje durante la celebración de los Juegos.
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