Es un miedo subterráneo, que raramente se hace explícito. Es agorero, siniestro y de mal gusto. Pero existe, y basta teclear en google las palabras "Obama assassination" para descubrir un apartado oculto de la campaña presidencial. Las características políticas y personales del candidato Barack Obama evocan terribles precedentes históricos. El de Robert Kennedy, por ejemplo, asesinado en 1968 cuando parecía destinado a alzarse con la candidatura demócrata como oponente de Richard Nixon.
El propio Obama reconoce el riesgo, aunque generalizándolo: "Creo que todos los candidatos a la presidencia, y ciertamente todos los presidentes de hoy día, constituyen objetivos potenciales [de un asesino]", declaró en enero. El asunto resulta embarazoso y, hasta ahora, sólo un programa de máxima audiencia, "The Early Show" de CBS, se ha atrevido a abordarlo.
Harry Smith, el presentador del "Early Show", planteó la cuestión hace unos días al senador Ted Kennedy, cuyos dos hermanos fueron asesinados y que apoya ahora a Barack Obama.
"Querría decir que a veces los agentes del cambio terminan convirtiéndose en objetivos, como usted sabe bien, y me preguntaba si a ustedes les preocupaba eso", inquirió Smith, de forma apenas comprensible. Kennedy prefirió no responder.
Poco después, durante un mitin de Hillary Clinton en Dover, la presentadora del acto abordó el asunto innombrable de forma aún más torpe: "Hay quien compara a uno de los otros candidatos con John Kennedy, pero él fue asesinado, y fue Lyndon Johnson quien acabó aprobando" las leyes de derechos civiles. En esa comparación, la presentadora, Francine Torge, procedente de la campaña del retirado John Edwards, venía a sugerir que era más seguro votar a Hillary, puesto que parecía menos "asesinable" que Obama.
La seguridad en torno a Barack Obama fue drásticamente reforzada tras su victoria en las primarias de Iowa. La revista digital "Insight Magazine", propiedad de la secta Moon y de tendencia ultraderechista, afirmó sin embargo que Obama seguía "cometiendo errores de aficionado" en materia de seguridad y que constituía un blanco fácil para un francotirador audaz. El texto de "Insight Magazine" parecía casi una invitación a quien quisiera intentarlo.
Algunos medios de comunicación republicanos, como Fox News, subrayan con frecuencia la "educación musulmana" de Obama, y bromean con la similitud entre los nombres de Obama y de Osama bin Laden. En decenas de blogs de la comunidad negra, esos "juegos" son percibidos como amenazas, y empieza a generarse una psicosis de atentado.
El asesinato de presidentes, candidatos y personalidades relacionadas con la cuestión racial es casi una tradición en Estados Unidos. Abraham Lincoln, el presidente que abolió la esclavitud de los negros, fue asesinado en 1865. El presidente John Kennedy, que apoyado por su hermano Robert, fiscal general, impulsó un paquete de leyes antirracistas, fue asesinado en 1963. En 1965 fue asesinado Malcolm X, disidente radical de la Nación del Islam y predecesor del movimiento de los "panteras negras". Robert Kennedy fue asesinado a su vez en 1968, durante las primarias. Poco antes, ese mismo año, había sido asesinado Martin Luther King, máximo líder del Movimiento para los Derechos Civiles de los negros. En 1972, el aspirante demócrata George Wallace, representante del racismo sureño, recibió cinco disparos durante un acto electoral en Maryland y quedó inválido.
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