Bagdad.- Millones de chiíes iraquíes celebran desde hoy la festividad de la "Ashura", la más importante de su calendario, aunque un año más la conmemoración se ha visto ensuciada por duros enfrentamientos en varias ciudades del sur del país.
Pese a las draconianas medidas de seguridad decretadas por el Gobierno, la violencia volvió a adueñarse de las calles, como ha sucedido todos los años durante la "Ashura" desde la caída del régimen de Sadam Husein, en 2003.
Al menos 30 personas murieron en enfrentamientos entre los seguidores de una secta mesiánica chií y las fuerzas de seguridad iraquíes en la ciudad de Nasiriya, capital de la provincia meridional de Dhi Qar.
Otras fuentes de seguridad iraquíes elevaron esta cifra hasta 50 muertos y 70 heridos, aunque no existe un balance oficial de víctimas.
Un solo francotirador podría haber causado la muerte de cerca de una treintena de personas, reunidas en el barrio de Salhiya, en el centro de la ciudad, que está considerada como un feudo de la milicia del "Ejército del Mahdi", leal al clérigo radical chií Muqtada al Sadr, y su milicia rival, Brigadas del Badr, fieles del también religioso chií Abdelaziz al Hakim.
Sin embargo, una fuente de seguridad dijo a Efe que los protagonistas de los combates fueron los seguidores de Ahmed al Hasan, líder de una secta mesiánica chií llamado Yund al Samaa ("soldados celestiales").
Hasan dice ser el enviado del "Mahdi" (el Imán escondido) que, según la tradición chií, volverá para instaurar la justicia en el mundo.
En los enfrentamientos han perdido la vida varios oficiales de la Policía iraquí, entre ellos el coronel Zamel Ramid, director de operaciones de la provincia, y el coronel Rahim Yasem.
El Gobierno iraquí hizo público a última hora de la tarde un comunicado en el que aseguraba haber retomado el control de la ciudad y en el que decretaba un toque de queda de 24 horas.
Mientras esto sucedía, cientos de miles de personas participaban en sobrecogedoras procesiones en los barrios chiíes de Bagdad y otras ciudades, principalmente meridionales, para conmemorar el aniversario del asesinato del Imán Husein bin Alí, nieto de Mahoma, hace 1.328 años, a manos del califato omeya.
Vestidos de negro riguroso, los fieles chiíes se flagelaron, golpeándose hasta sangrar, el pecho, la cabeza y la espalda con cadenas de hierro e incluso con espadas en la ciudad de Kárbala, donde Husein murió en la lucha por convertirse en califa de los musulmanes.
También hubo marchas luctuosas en la ciudad santa chií de Nayaf, centro de las autoridades religiosas de esta rama del Islam, así como en el barrio bagdadí de Kazimiya.
Las mortificaciones son una muestra del arrepentimiento de los chiíes por haber fracasado a la hora de defender a Husein frente a los ejércitos del califa omeya Yazid.
Las procesiones tuvieron lugar en un clima de máxima seguridad, que venía precedido por llamadas a la calma de los principales líderes chiíes del país.
El clérigo chií y líder del mayor partido de Irak, Abdelaziz al Hakim, pidió a los iraquíes en un discurso "unidad en este momento crítico" antes de la "Ashura".
Pero ni siquiera las peticiones de Hakim lograron evitar el baño de sangre en Nasiriya.
Sin embargo, las estrictas medidas de seguridad sí consiguieron evitar que otros brotes de violencia que surgieron en Basora, la mayor ciudad del sur, y otros puntos llegasen más lejos.
En Basora, al menos un policía murió y varias personas resultaron heridas en enfrentamientos entre la policía y un grupo de hombres armados que abrió fuego contra una procesión de devotos chiíes en el barrio de Al Andalus, en el centro de la ciudad.
El año pasado, las celebraciones de la "Ashura" coincidieron con una oleada de atentados en todo el país que se cobraron la vida de 49 personas.
Las celebraciones por la "Ashura" alcanzarán su punto álgido esta noche, cuando se espera que más de dos millones de peregrinos se congreguen en Kárbala para recordar la muerte de Husein.
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