Madrid.- Recientemente, y coincidiendo con el anuncio del gobierno británico de instalar bombillas de bajo consumo en todos los comercios antes de 2011, se ha producido un gran revuelo respecto al uso de estas lámparas en el país anglosajón. Cientos de informes y noticias que pululan ya por la red alertan de que algunos componentes de estas bombillas podrían causar problemas de salud a personas con eczemas y afecciones en la piel, o incluso migrañas. ¿Pueden suponer estas lámparas algún peligro para la salud? ¿Son beneficiosas para el medio ambiente?
Organizaciones británicas han arrojado algo de luz a estas cuestiones, para concluir que se trata de una falsa alarma. Sin embargo, sí que son necesarias algunas precauciones por lo general no conocidas.
Respecto a las posibles migrañas causadas por la exposición a la luz de estas bombillas. 'The Daily Green', portal de información sobre medio ambiente, ha entrevistado a la directora de la Asociación de Acción contra la Migraña, quien declara que se filtraron algunos informes anecdóticos de la asociación, pero que no existe evidencia científica de que la exposición a bombillas de bajo consumo aumente la aparición de migrañas. Es aún una hipótesis y para descartarla, esta asociación, va a investigar los diferentes casos.
Sobre la posible afección en la piel de personas con extrema sensibilidad a la exposición solar, la Agencia de Protección Medioambiental de Estados Unidos, (EPA), esclarece esta cuestión: el nivel de radiación ultravioleta que producen estas bombillas es bajo, y menor que el de fluorescentes tradicionales, por tanto, su sustitución no parece peligrosa. Y por si existen personas extremadamente sensibles a la radiación UV, se comercializan bombillas con filtros o bajo nivel de radiación UV.
Otro argumento en contra de la proliferación de estas lámparas ha sido su contenido en mercurio, metal pesado altamente tóxico. Según la prestigiosa revista sobre química, Chemistry World, una bombilla contiene algo más de cinco miligramos de mercurio, cantidad sumamente inferior a los tres gramos que puede contener un termómetro de los que se usan todavía en muchos hogares. Recalcan que la exposición al mercurio no es aconsejable para nadie, pero que si una bombilla de estas características se rompe en casa, al contener tan poca cantidad de este metal, no supondrá un problema para la salud.
El problema podría estar en exposiciones prolongadas, si no se recogiera adecuadamente. Por esta razón, tanto el ministerio británico de medio ambiente, como la EPA, recomiendan tomar las siguientes precauciones:
Ante productos que resultan tan beneficiosos para el medio ambiente, parece inevitable que surjan corrientes de incredulidad y alarma social. ¿Tan difícil nos resulta creer que pueden existir soluciones factibles, buenas para el medio ambiente y para nuestro bolsillo?
Las bombillas de bajo consumo utilizan entre un 50 y un 80% menos de energía que una bombilla normal incandescente para producir la misma cantidad de luz. Es cierto que cuestan siete veces más, pero también duran hasta 10 veces más de media.
Cambiando cinco bombillas incandescentes (de las «normales») por cinco bombillas de bajo consumo equivalentes (28 vatios) puedes ahorrarte unos 50 euros al año en electricidad. Y lo que es más importante, reducirás la emisión de gases del efecto invernadero en 340 Kg. Puedes calcularlo aquí.
De modo que si el 20% de los españoles cambiásemos cada uno cinco bombillas incandescentes por estas lámparas de bajo consumo conseguiríamos ahorrar entonces aproximadamente 400 millones de euros en electricidad y reducir las emisiones de CO2 en tres millones de toneladas, el equivalente a más de medio millón de vehículos (fuente).
Este ahorro de energía es el que ha llevado a diferentes gobiernos como el británico, estadounidense y australiano, entre otros, a sustituir las bombillas incandescentes por las de bajo consumo y LED (light emitting diodes).
No parece que exista una relación causa-efecto entre las bombillas de bajo consumo y las migrañas. Sin embargo, el cambio climático está suponiendo un dolor de cabeza mundial. Para frenarlo, ¿estás dispuesto a sustituir tus bombillas incandescentes?.
*Vanessa Sánchez es ambientóloga y trabaja en la Fundación Global Nature
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