A pocas horas de volver a enfrentarse a Obama, y con las encuestas en su contra, Hillary sacó a relucir sus emociones. Algunos ni siquiera sabían que las tenía. ¿Estrategia o miedo a la derrota?
La senadora Clinton ya está jugando al contragolpe y, con una desventaja de 10 puntos en los últimos sondeos, el futuro inmediato parece negro. Muy negro. Hoy se vota en New Hampshire, una semana después de su debacle en Iowa. Y hasta hace pocos días aún mandaba en las encuestas como favorita en las filas demócratas. Pero el efecto Iowa ha sido demoledor y el mensaje de cambio de Barack Obama cuaja. Ni siquiera parece contar con el favor de las mujeres, entregadas al chico del momento.
Con ese panorama, la mujer de Bill mostró un sorprendente -¿y sospechoso?- rasgo de humanidad que cogió por sorpresa a los periodistas. Empezó respondiendo a un votante demócrata sobre quién le arreglaba el pelo y, poco después, su voz se quebró ante el perplejo grupo de reporteros que tomaba café y también algunas notas. "No es fácil, y no podría hacerlo sino creyera apasionadamente que es lo correcto", comentó la senadora, explicando cómo podía seguir con el ritmo de campaña día a día. "Esto es muy personal para mí, no es sólo política".
"Algunos de nosotros nos colocamos ahí fuera, y lo hacemos en contra de muchas dificultades, porque nos importa nuestro país". Y su voz se rompió y sus ojos lagrimearon. La sala se quedó en silencio salvo por su voz temblorosa. "Pero algunos de nosotros tenemos razón y otros no. Algunos sabemos que haríamos el Día Uno, y otros no lo han pensado suficientemente. Tan cansada como estoy, y lo estoy, y con lo complicado que es tratar de hacer lo que hago a este ritmo, como hacer deporte de vez en cuando o comer adecuadamente, resulta muy duro, cuando lo fácil es comer pizza. Creo firmemente en lo que somos como nación y voy a tratar de hacer lo máximo, y que los votantes decidan".
Y todo esto emanaba de la ex primera dama cuya voz nunca quebró, ni siquiera cuando el mundo conoció los detalles más sórdidos de las infidelidades de su marido con una becaria de la Casa Blanca. "Llegué a pensar en darle un abrazo", dijo un periodista que durante muchos años ha cubierto la información de los Clinton. Si este momento sentimental va a reportarle algún beneficio, está por ver. Esta misma noche.
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