Londres.- La Patagonia es todavía hoy una tierra extraña para la mayoría de los argentinos, un lugar singular que puede resultar intimidatorio para muchos, según Carlos Brebbia, un ingeniero argentino que le ha dedicado un libro fascinante.
"Patagonia, a forgotten land: from Magellan to Peron" (Patagonia, tierra olvidada: desde Magallanes hasta Perón" se titula la obra, de 368 páginas y abundantes ilustraciones en blanco y negro, publicada por WIT Press (Ashurt Lodge, Southampton, Reino Unido).
Preguntado por Efe por lo que le motivó a escribir ese libro a un ingeniero que está al frente de un instituto británico especializado en modelos computacionales, Brebbia explica que de muy joven viajó por la Patagonia y se quedó "fascinado por una parte de la Argentina que era desconocida para la mayoría de mis compatriotas".
"Mi hermana -agrega- se fue a vivir a la Patagonia galesa, tenía allí una casita, y gracias a mis visitas me quedé sorprendido por la diversidad y la gran cantidad de historias de aquella tierra".
Desde su descubrimiento y exploración por los europeos se ha asociado esa región con condiciones de extrema penuria, y ya el viaje de Magallanes en 1519 que llevó al descubrimiento del estrecho que lleva su nombre y a la circunnavegación del globo estuvo marcado por una rebelión que reprimió duramente el navegante portugués en la Patagonia.
Los españoles intentaron colonizarla, pero fracasaron una y otra vez por lo agreste e inhóspito de aquellas tierras. Numerosas expediciones perdieron a muchos de sus integrantes en las aguas peligrosas del Estrecho y de Tierra del Fuego.
Incluso comenzó a circular una leyenda que contribuyó al mito de la Patagonia como tierra de gigantes, leyenda relacionada con una supuesta ciudad de Cesares, poblada por los náufragos de sucesivas expediciones que supuestamente vivían rodeados de todo tipo de lujos, algo en lo que llegaron a creer incluso algunos misioneros.
Con el tiempo, explica Brebbia, la Patagonia empezó a atraer a gentes de calidad muy distinta - aventureros, cuatreros, asaltantes de bancos y otros forajidos como los famosos Butch Cassidy y Sundance Kid, que, tras huir de Estados Unidos, adquirieron allí tierras antes de volver a los atracos.
El autor documenta asimismo el casi exterminio de la población local a cargo de militares como el general Julio Roca en una serie de campañas que tuvieron lugar en 1879, lo que abrió finalmente a la Patagonia a la explotación del hombre blanco.
"Fue un auténtico genocidio el llevado a cabo en aquella época por los argentinos. Los españoles en general habían tratado antes de modo muy civilizado a los indios, adaptándose a sus costumbres y en general no mataron por matar como hicieron los argentinos después de la independencia", señala el autor.
Los colonizadores galeses, que llegaron en 1865, "se portaron asimismo muy bien con los indios tehuelches", explica Brebbia, quien se felicita de los fuertes lazos que existen hoy entre Gales y la Patagonia.
El libro relata también otros episodios de la historia de la región como la fiebre del oro que estalló a finales del siglo XIX y que atrajo a aventureros de lugares tan lejanos como California, Australia o Suráfrica.
Asimismo documenta la feroz represión de los trabajadores agrícolas y sus sindicatos anarquistas, creados por inmigrantes españoles como el gallego Soto o el vasco José María Borrero, y el consiguiente ciclo de asesinatos y venganzas.
Brebbia cuenta cómo el general Perón quiso aprovechar la emigración clandestina de científicos alemanes tras la derrota del Tercer Reich, entre ellos Kurt Tank, diseñador de los aviones Messerschmitt, para potenciar la industria aeronáutica del país.
El libro termina con la farsa protagonizada por el científico austríaco Ronald Richter, que logró convencer a Perón de que había logrado la fusión termonuclear en un reactor creado especialmente para él en el lago Nahuel Huapi y en medio del mayor secreto, lo que resultó ser un fraude, que el Gobierno trató de camuflar.
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