El presente reprimió al pasado. Contador sometió a Armstrong. Es el veredicto de un Tour de Francia que ofreció maravillosas estampas sobre el asfalto y careció de informaciones sobre casos de dopaje. La mejor de las noticias, sin duda, aparte de ver a Alberto Contador coronarse, por segunda vez y siguiendo el camino trazado por Induráin, como rey de Francia en París, con el Arco del Triunfo al fondo y con Andy Schleck y Armstrong -saludo frío en el podio- como vasallos más cercanos. El ciclista madrileño, además, ratificó su idilio con las grandes rondas por etapas: cinco participaciones entre Tour, Giro y Vuelta y cuatro victorias absolutas. Una bendición para un deporte necesitado de referentes y una enorme satisfacción para los españoles, auténticos dominadores de la Grand Bouclé durante las últimas cuatro ediciones: Pereiro (2006), Contador (2007), Sastre (2008) y, nuevamente, Contador (2009). A pesar de esta regularidad, los organizadores franceses erraron con el himno.
A decir verdad, esta enumeración de éxitos continuados sobre las carreteras francesas debería considerarse como doble en esta última edición que, como es tradición desde 1975, se cerró sobre los Campos Elíseos. "Yo he hecho dos carreras, una sobre la bici y la otra en el hotel", sostuvo ayer Contador tras proclamarse campeón virtual en la cima histórica del Mont Ventoux. Y así es. Afirmación cierta al cien por cien. El ciclista pinteño se enfrentó con el mismo temple, talento, sufrimiento y fuerza mental y física a las adversidades presentadas sobre las carreteras francesas que a los innumerables desplantes provenientes del dúo Armstrong-Bruyneel. Y en ambos retos obtuvo matrícula de honor.
El Rey es Contador; Armstrong es el pasado, aunque a sus 38 años es más presente que otros muchos ciclistas más próximos en edad a su Majestad Contador. La supremacía mostrada por el español en todos los frentes (contrarreloj, llano y, especialmente, montaña) no admite debate alguno sobre si es o no un digno vencedor. Hay unanimidad. Es un ganador justo. Contra el cronometro no encontró adversario de altura y mucho menos cuando los porcentajes de las carreteras aumentaban hasta los dos dígitos. Y, salvo un mínimo susto, puede leerse emboscada de Armstrong-Bruyneel, sobre el terreno llano, todo marchó según auguraban todos los pronósticos de los expertos en esta materia, entre ellos Federico Martín Bahamontes que, en una edición donde celebró su cincuentenario como vencedor del Tour, siempre mantuvo que Contador sería el vencedor.
Otra conclusión, aparte de la superioridad de Contador para el resto de cursos ciclistas incluidos, es el poder que conserva Armstrong sobre las personas que forman su círculo más próximo, como el director Johan Bruyneel. Éste, hace justo dos años, afirmó esto sobre Contador: "Alberto es un fuera de serie. No se puede comparar con nadie, ni con Armstrong, ni Hinault, ni Merckx. Es único, muy particular. Ha llegado a la cumbre superando circunstancias muy difíciles (cavernoma cerebral para más señas), pero yo creo que su punto fuerte reside en la cabeza. Está muy centrado y puede con todo". Y es verdad. Contador puede con todo, hasta con el influjo de Armstrong. Resistió y venció a sus enemigos naturales (los hermanos Scheck, fundamentalmente) y a los que habitaban en su casa. Tercera conclusión: Contador busca destino. "Ahora va a haber mucho jaleo para ver lo que vamos a hacer el año próximo. Lo que tengo claro es que no estaré en un equipo con Lance Armstrong (ha anunciado el suyo -RadioShak- junto a Bruyneel). Tengo que estudiar si voy a formar un equipo en torno a mí, aunque no es un buen momento para hacerlo, o si voy a ir a un equipo ya montado que me ayude a volver a estar aquí peleando por esta carrera". La primera oferta llega desde otro campeón como Fernando Alonso, deseoso de montar un equipo ciclista.
Entre sorpresas y decepciones
De todas formas, es necesario reconocer el Tour dibujado por Lance Armstrong. Polémicas aparte, el estadounidense, vencedor de siete Grand Bouclé, merece todo el respeto tras conseguir un hueco en el podio a sus 37 años de edad y 10 meses (segundo ciclista con más edad en subir al podio tras Poulidor, tercero, con 40 años y tres meses en 1976) y después de tres años alejado de la competición. En los registros figurará que de los 21 días de carrera, Armstrong estuvo 18 días dentro de los cuatro mejores y durante 17 ocupó un lugar entre los tres primeros. A decir verdad, una verdadera sorpresa. Y más cuando muchas promesas ni siquiera fueron capaces de desbancarle. No tuvieron ni fuerzas ni ganas. Quizá mucho respeto. Y encima el año próximo, Armstrong ha prometido más batalla. Apasionante. Más cuando Contador estará en otra escuadra, y a sus 26 años está en disposición de aumentar su leyenda sobre la bicicleta.
Pero esta edición, con comienzo en Mónaco y finalización en París, ha tenido otros hombres destacados. En esta lista se encuentran otros españoles como Luis León Sánchez, que ya sabe que está destinado a empresas superiores, Astarloza y Gárate, quien inscribió su nombre en la historia del Mont Ventoux. Ellos fueron ganadores de etapas. Una para cada uno; Cavendish, rey del sprint, se llevó la friolera de seis etapas -enorme su dominio en París- sumiendo así en la depresión a Freire, cuyo recuerdo, además, se extiende a los perdigonazos recibidos en una etapa alpina. Otros nombres destacados son los hermanos Schleck, siempre combativos; y el británico Wiggings, un hombre imbatible en el velódromo y con sueños de ciclista de ruta. El siciliano Nibali o su compatriota Pellizotti -maillot de la montaña- también merecen un sitio entre los elegidos. Ofrecieron su ciclismo en las etapas de montaña e hicieron soñar a los italianos, huérfanos de héroes sobre dos ruedas, aunque ni uno ni otro confirmaron galones suficientes antes de adentrarse en esta categoría.
Menos agraciados en protagonismo fueron Sastre, defensor de la corona de campeón; y Menchov, último ganador del Giro de Italia. Ambos, en compañía del australiano Cadel Evans, fueron las grandes decepciones de este Tour de Francia que concluyó con el triunfo de, cómo no, Cavendish, tras otra demostración de táctica del Columbia, en unos Campos Elíseos donde nuevamente un ciclista español se proclamó Rey de Francia. Contador II de Francia.
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