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El enemigo de Rafa estaba en casa

Por enrique_ortiz
Actualizado 30-01-2009 15:57 CET

Increíble. Impresionante y maratoniano partido de cinco horas que han disputado Rafa Nadal y Fernando Verdasco. El número uno y el catorce del mundo, respectivamente, han demostrado porqué el deporte español, y concretamente el tenis, está tan cotizado. A punto ha estado Verdasco de dar la sorpresa, aunque para enfrentarse a Federer, casi mejor Nadal.

Verdasco es un jugador que se ha pasado unos años apuntando buenas maneras, pero necesitaba un golpe de efecto. Ganar el punto decisivo de la final de la Copa Davis contra Argentina lo fue. Y esta semana lo ha demostrado arrasando en el Open de Australia.

Siempre da lástima que sean dos españoles los que luchen, de manera fraticida, por conseguir una plaza en la final de un Grand Slam, pero a cambio, hoy, hemos podido disfrutar de una sucesión casi interminable de drives, voleas, mates y golpes de revés. Y me atrevería a decir que cerca de un 40% de esos golpes han sido de los que cualquier aficionado calificaría de "impresionantes, increíbles...", o simplemte  de esos que te hacen exclamar: "¡hala!", "guau", y similares.

El juego de Nadal ha sido el de siempre. Y es lo que se espera del número uno. Si permites que el punto llegue a un peloteo de más de tres intercambios, estás perdido. Eso es terreno del mallorquín. Y como siempre ha corrido hasta la extenuación, sin dar por perdida ninguna bola. Pero lo más sorprendente ha sido el juego de Verdasco, no porque no lo hubiéramos visto previamente, sino porque su nivel no ha bajado en prácticamente ningún momento del partido. Rafa ha ganado el segundo y el tercer set con 7-6 y 6-4. Si perder con esos números contra Nadal es bajar el ritmo, que hagan un torneo especial para superhombres.

El cuarto set ha vuelto a caer del lado de Fernando, que no se resistía a pelear. De hecho, daba la impresión de que, demostrado ya su potencial, no tenía ninguna preocupación en la cabeza. Podía jugar libremente, de tú a tú a su compañero y amigo Rafa. Como si no fuera el número uno ni estuviesen disputando la semifinal de un Grand Slam.

En esta tarea de equilibrio mental -fundamental en cualquier deporte, pero más sicabe en el tenis- habrá tenido una gran labor una figura curiosa del equipo de Verdasco. Su motivador personal. Ha salido varias veces en la retrasmisión. Cada punto que ganaba Fernando parecía suyo, pues gesticulaba y gritaba casi más que el propio jugador. Eso de extender el brazo y abrir la mano parece ser una manera acordada de celebrar los puntos, pues ambos lo han demostrado a lo largo del torneo. Me parece perfecto. Si con ello consiguen que Verdasco saque el impresionante tenis que ha desplegado esta semana, perfecto.

Y que se cuide el de Manacor, que además de Federer, Djokovic, Murray... tiene a un enemigo potencial en casa. Todavía no ha entrado en el Top Ten, pero dadle un par de torneos más a este nivel.

P.D.: Que alguien le explique a Manolo Lama que cuando los jugadores se llevan la mano a la cara y hacen un gesto de arriba a abajo, no es que indiquen que se les nubla la vista, sino que piden la toalla para limpiarse el sudor. Quizás no debería salirse de las retrasmisiones de fútbol...

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