España perdió por 118 a 107 la final olímpica de baloncesto. Los de Aíto jugaron el mejor partido del torneo, teniendo opciones de victoria hasta los instantes finales. Pau y Rudy contaron con la inestimable ayuda de Juan Carlos Navarro, que acudió al rescate de sus compañeros en el mejor momento. Los jugadores norteamericanos celebraron su 13º título olímpico por todo lo alto, sabedores de las dificultades que les plantearon los españoles, que podrían haber subido un peldaño en el podio si los árbitros hubieran aplicado las mismas reglas a los dos equipos.
España superó todas las dificultades, y estuvo a punto de dar la gran sorpresa de los JJ.OO. Con Calderón lesionado, con Raúl López con problemas de faltas y Ricky Rubio, lesionado en su mano en el primer cuarto, España no sólo borró la mala imagen de hace 8 días, sino que mereció ganar una medalla que hace meses estaba adjudicada.
Enchufados desde el pitido inicial, los españoles llegaron a tener 5 puntos de ventaja, gracias al descaro en ataque y a la garra en defensa, justo de lo que adolecimos en el partido de la primera fase. Los norteamericanos, quizás confiados después de la fácil victoria de hace 8 días, se vieron desbordados en ataque por un equipo que les endosó 61 puntos en la primera parte. Si Dwayne Wade, el MVP del torneo, no hubiera estado perfecto (21 puntos al descanso), y los árbitros hubieran impartido justicia, en vez de ayudar al combinado norteamericano, España debería haberse retirado al descanso con una ventaja superior a los diez puntos.
Si alguien pensaba que los españoles se dejarían ir tras el descanso, no conoce el carácter de los campeones del mundo. Los españoles, amparándose en una clásica zona 2-3, frenaron el caudal anotador americano, aferrándose a sus opciones de victoria con Rudy y Navarro secundando al máximo anotador del torneo, un Pau Gasol que a pesar de llegar justo de fuerzas, volvió a ser el referente ofensivo español.
Poco a poco, España se acercó en el marcador hasta situarse a sólo dos puntos (91-89). Quedaban 8 minutos para acabar, y la situación era la soñada por el combinado nacional, que sabía que sus opciones de victoria pasarían por aprovechar los previsibles nervios de un rival habituado a ganar con comodidad. Sin embargo, los americanos , lejos de caer en el nerviosismo, se centraron en aprovechar su mejor arma: el trío arbitral. 4 ataques americanos acabaran con jugadores españoles por los suelos. Dwight Howard y Lebron James camparon a sus anchas en la zona española, empujando y golpeando a los nuestros ante la pasividad del trío de jueces, que nunca actuó como tal.
La diferencia se volvió a ampliar hasta las 9 puntos, pero España volvió a superarse, remontando hasta ponerse a sólo 4 puntos (108-104). Dos malos ataques españoles, y dos canastas de Kobe Bryant dejaron el partido casi resuelto a un minuto del final. Los árbitros no dejarían lugar a dudas acerca de a qué equipo apoyaban, señalando dos técnicas a los españoles a medio minuto del final, situando la diferencia final en los 11 puntos (118-107).
España repite plata 24 años después. A diferencia de aquella final, España no sólo dió la cara, sino que mereció ganar, pero el talento y poderío físico americano, unido al marketing de la NBA en Asia, fue demasiado para un equipo que cierra un ciclo inmejorable: campeones del mundo, y subcampeones europeos y olímpicos.
Los americanos, habituados a apalizar a su rival en la final de los JJ.OO. por partido doble en cada torneo (a España en 1984, a Croacia en 1996, a Francia en 2000), vuelven a casa con el miedo en el cuerpo y el deber cumplido. Desde España, la única pregunta es saber si el trío arbitral también recibirá su medalla de oro .
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