Hace un par de años nadie se hubiera atrevido a apostar ni un mísero euro a que Ronaldinho estaba más de cien días sin marcar un gol. Claro está, todo el mundo pensaría que está tirando el dinero si apuesta que el Balón de Oro del 2005 saldría del Barça por la puerta de atrás directo al Inter de Milán. Quien no arriesga no gana. Esa gente se habría forrado. Ronaldinho ha conducido hoy a Brasil a los octavos de final de los Juegos de Pekín con dos goles. Hacía 162 días que no olía puerta. Hacía más de cuatro meses que no jugaba un partido oficial.
El testigo fue el Estadio de Shenyang y la victima Nueva Zelanda que cayó por 5-0 ante los brasileños. El Gaúcho participó en cuatro de los cinco tantos que endosaron a los neozelandeses. Se encargó de rematar él mismo el 3-0, botando una falta cuyo esférico se coló por debajo del guardameta Spoonley en el minuto 54, y el 4-0 que ocurrió seis minutos más tarde. Fue objeto de penalti cuando pretendía encarar a Spoonley terminó batiéndole de nuevo en la pena máxima. Goleada y pasaporte a los cuartos de final de los Juegos de Pekín.
Los dos tantos que ha conseguido hoy el de Porto Alegre suponen sus dos primeros goles "olímpicos", ya que en su anterior participación, en Sydney 2000, no anotó ni en la primera fase ante Eslovaquia, Sudáfrica y Japón, ni en octavos ante Camerún, que fue verdugo de los brasileiros en ese torneo.
Hacía 162 días que no encontraba puerta. Más de cinco meses sin batir a un portero. El último fue Abbiati. Ronaldinho batió al portero italiano, en el Vicente Calderón, con una impresionante chilena, a pase de Xavi, que abrió el marcador pero que no pudo evitar que los culés cayeran por 4-2. Ese fue su gol de despedida, uno de los más espectaculares de la temporada.
¿Y un doblete? Desde el 4 de noviembre del 2007 que no lo lograba. Ambos tantos fueron a balón parado y, esta vez, sí que sirvieron para dar la victoria al Barça, que venció 3-0 al Betis.
La magia de Ronaldinho se fue apagando poco a poco en el Barcelona. La sonrisa eterna desapareció. Ya sólo sus incondicionales hacían su característico gesto con los pulgares. Esta mañana, Dinho ha vuelto a sonreir, y a marcar, y a colaborar en las jugadas de equipo. Ha vuelto el Balón de Oro.