La selección española está a pocas horas del partido más importante que ha disputado en muchos años. En las horas previas se intenta elucubrar sobre las claves del partido, se intenta vaticinar qué futbolistas pueden resultar determinantes. Es complicado señalar un jugador español como decisivo de cara al encuentro, ya que el equipo de Luis se caracteriza por su cohesión y su juego de equipo. Sin embargo, las circunstancias hacen que los focos apunten a un hombre: Fàbregas, el jugador anteriormente conocido como Cesc.
El centrocampista del Arsenal no estaba llamado a jugar la final. Luis apostó por un once a principio de campeonato y visto el buen resultado, lo ha mantenido hasta semifinales. Sin embargo la lesión de Villa ha trastocado los planes del técnico. El puesto vacante tenía dos novias: Güiza y Fàbregas. Aragonés debía decidir entre mantener el 4-4-2 dando entrada al gaditano o volver al sistema de los cinco centrocampistas, habitual en el último tramo de la fase de clasificación, con Cesc de enganche.
La decisión parece tomada. Jugará Fàbregas. Era lo más lógico por varias razones. En primer lugar, porque el jugador catalán ha ido creciendo durante el campeonato y reclamando un sitio en el once. Contra Italia hizo un gran partido y ante Rusia se asoció magistralmente con sus compañeros de medular, hasta el punto de que muchos lo señalaron como el mejor del partido. Tampoco hay que olvidar la sangre fría demostrada al convertir el penalti decisivo contra Italia. Otra razón de peso es que los mejores minutos de la selección en este torneo (la segunda parte contra Rusia) se han visto con el 4-5-1, es decir, con los cuatro bajitos y un sólo delantero. Además, es conveniente guardar un delantero como Güiza en el banquillo por si se necesita su concurso avanzado el partido.
Así que Cesc Fàbregas será titular esta noche por primera vez en lo que va de Eurocopa (el intrascendente partido contra Grecia no cuenta). Parece haber desterrado por fin la leyenda que rezaba que la compañía de Xavi e Iniesta le impedía rendir en la selección al nivel de su club. Sus actuaciones saliendo del banquillo han llamado la atención de toda Europa, hasta el punto de que se encuentra entre el ramillete de jugadores que se barajan para obtener el galardon de mejor jugador del torneo. Sería un hecho inédito que un jugador que sólo juega la final como titular ganara tal galardón. Aunque Cesc no es un suplente normal. Ha sido siempre la primera opción de Luis a la hora de hacer los cambios. Ha jugado una media de 58 minutos por partido (50 si excluimos de la estadística el partido contra Grecia). Se puede considerar, por tanto, que España ha contado con 12 titulares.
Cesc, pese a sus 21 años, no es un novato al que le vaya a pesar la responsabilidad de una final. Ya sabe lo que es jugar una final de Champions con el Arsenal hace dos años y lleva cuatro temporadas jugando partidos de alto nivel con su club en la Premier y en la Liga de Campeones. En las selecciones inferiores, fue subcampeón del Mundo sub-17 en 2003, perdiendo la final ante Brasil, y siendo máximo goleador y mejor jugador del campeonato.
Ha llegado la hora de Fàbregas. Las lesión de Villa y su excepcional rendimiento en los minutos que Luis le ha concedido, le han colocado como titular en la gran final del campeonato. Una gran actuación le puede encumbrar definitivamente como uno de los grandes jugadores del momento. Y sólo tiene 21 años. El futuro es suyo. Pero el futuro empieza esta noche.