[Por Sergio Cortina] Segunda semifinal de la Eurocopa y aquí estamos. Y ocurre que como se supone que ninguno, ni España ni Rusia, deberíamos estar, estamos sin estar en nosotros. Como la famosa santa alucinada.
Esto es, volando sobre las nubes blancas y esponjosas de la euforia pero acojonados por si estas oscurecen en tormenta. Es lo que tiene la falta de práctica. Pero no se preocupen, al principio duele pero luego te acaba gustando, que diría cualquier director porno de tres al cuarto intentando engatusar a su próxima estrella. Es cierto, la tensión y el miedo se pueden cortar con un cuchillo, jamonero obviamente, en esta previa del choque ante Rusia pero, ¿qué quieren que les diga?, es una estupenda tensión esta.
En la mente de todos revolotea aun la paliza a Rusia en el arranque del campeonato. Lo que no entiendo es el empeño de la prensa deportiva por mostrar tan sólo la parte podrida de la manzana. Que si Rusia ha crecido, que si fíjate como arrasó el Zenit en la UEFA, que si Arshavin es la enésima mutación entre Maradona y Romario. Parte de razón tienen pero ¿acaso no son estos rusos los mismos que nos alegraron la cara cuando cayeron en nuestro bombo?. Pues claro, pues eso. Y ojo, España también ha crecido y además llega crecida, que son dos cosas muy diferentes pero muy buenas noticias ambas.
Mi opinión es que hay que ser optimista con la selección y que la euforia debe ser la gasolina que nos permita traernos la copa a España. Se que va en contra del carácter intrínsecamente español pero por una vez en la vida, no seamos cagones y disfrutemos del momento. Que te toque Rusia en una semifinal habiendo eliminado a Italia es como para tirar cohetes y toda la pólvora del ejército si hace falta. Por una vez, aprendamos de los turcos, de aquellos croatas de Suker, de Letchkov y aquella Bulgaria loca del 94 y apretemos a muerte y hasta el final. Aunque sólo sea esta vez.
Puedes leer más tonterías mías en La vida en Domingo
Subir al principio de la página