Mas de 5000 estudiantes madrileños de las cinco universidades públicas, convocados por las Asambleas Permanentes de Estudiantes de la Complutense y la Autónoma, se han manifestado este mediodía en Atocha para pedir la paralización del proceso de Bolonia al entender que atenta contra el acceso de los sectores más desfavorecidos económicamente a un educación superior de calidad, La movilización, que ha discurrido bajo una lluvia permanente, se ha desarrollado sin incidentes violentos.
"Bolonia quiere expulsar al hijo del obrero de la Universidad", se lamenta Jacobo Arretxea, Secretario General del Sindicato de Estudiantes. Esta es la preocupación que ha traído a miles de jóvenes a la céntrica estación de Atocha esta mañana. Aunque lleva tres horas lloviendo, aquí nadie se arruga. Proliferan los megáfonos desde los que las proclamas incendiarias e irreverentes -"Si somos el futuro, ¿por qué nos dais por culo?"- conviven con otras más racionales -"Queremos becas, no hipotecas"- pero nadie se queda callado. La marcha transcurre por la calzada, Calle Atocha arriba, y desde las aceras muchos viandantes observan la riada de jóvenes con curiosidad, cobijados en los dinteles de las puertas de los comercios y bares.
La participación no es homogénea entre los estudiantes de distinta procedencia: hay muchos más de la Complutense y la Autónoma que de la Carlos III o la Rey Juan Carlos. Desde Alcalá ha venido un pequeño destacamento. "No se viven igual las consecuencias de Bolonia en la Complu que en la Carlos III", comenta Eva Ocón, estudiante de Comunicación Audiovisual de la Complutense, "En la nuestra se han organizado piquetes, muchos compañeros han dormido esta noche junto a las aulas y las pancartas y los mítines informativos llevan muchos meses siendo habituales. En cambio para mis amigos de la Carlos III todo esto es inconcebible, la protesta ha pasado prácticamente desapercibida."
La marcha transcurre lentamente hasta la plaza de Antón Martín y continúa hacia la de Jacinto Benavente. Llegados a este punto, gira y toma la plaza de Canalejas hasta llegar a la calle Alcalá y, desde allí, el destino final el Ministerio de Educación. Al tomar esta última curva, la marcha de los estudiantes se funde con otra manifestación, la de los médicos de la Atención Primaria, que lanzan sus proclamas contra el gobierno de Esperanza Aguirre. Los gritos se politizan y aparecen a la vista banderas de todo signo: anarquistas, republicanas, sindicalistas. Las puertas del Ministerio aparecen custodiadas por cuatro vehículos policiales y una cadena de agentes uniformados. Las protestas arrecian, contra la privatización de la educación, la precariedad de los recién licenciados, la elitización de los estudios universitarios, que a partir de la imposición de los grados y postgrados pasará a estar al alcance de los que no tengan que compatibilizar estudio y trabajo o de aquellos a los que sus padres puedan pagarles los 3000 euros que el Gobierno ha establecido como precio orientativo de los postgrados del Plan Bolonia. "Dicen que darán créditos con interés cero, que será el Gobierno quien pague esos intereses", explica Luna Soria, estudiante de la Carlos III, la primera Universidad española en adaptar sus planes de estudios a la convergencia europea, " Pero no nos convence, porque ese dinero, que sale de los impuestos de los españoles, irá directamente al bolsillo de los banqueros".
Desde el Sindicato de Estudiantes se valora esta movilización muy positivamente. "Aunque ha estado lloviendo y ayer ya salieron a la calle 15000 representantes y profesores de la escuela primaria, la afluencia de estudiantes ha sido muy considerable", afirma Jacobo Arretxea, el Secretario General, "Esto es solo el comienzo, estamos preparando todo un plan de actuación para el comienzo de curso con el fin de paralizar Bolonia definitivamente."