En Coachella nunca el tiempo es perdido. Entre concierto y concierto hay muchas cosas que hacer. Por ejemplo, si tienes aspecto de mujer que habita en un rancho del estado de Kansas, y ante la imposbilidad de encontrar un horno en el que preparar pastel de frambuesa, siempre puedes echar mano de la agujas y tejer una rebeca para tu sobrino pequeño. Por su parte, si tienes cara de adolescente atormentado en una película de cine indie estadounidense, puedes aprovechar para llevarte un libro de Kierkegaard y leer entre los conciertos de Band of Horses y Jenny Lewis.
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