Según Cerny, la idea era denunciar lo poco que sabemos de otros países europeos y la fragmentación que sufre la UE, para lo que resumió la identidad de cada estado en un cliché. A Rumanía le correspondía el castillo de Drácula; a Bulgaria, un inodoro turco. "No queríamos insultar a nadie, sólo señalar la dificultad de comunicación sin la capacidad de ser irónicos", añadió.