Lo que se ve en esta imagen no es la galería de un gran centro comercial, ni la terminal de un aeropuerto: es la sede de la Bolsa de Holanda. En Ámsterdam no hay barandillas y asientos de madera de estilo decimonónico (como en Madrid), ni el gris metálico de las pantallas de ordenador se impone (como ocurre en Nueva York o Tokio). El ambiente es más distendido, con plantas y colores claros. Aunque eso no impide que ayer el índice holandés AEX sufriera su mayor caída desde 1987.