Aunque las grandes firmas mostraron colecciones contenidas, sin mucha novedad y ancladas en una esencia que les ha llevado a ser buques insignia de la moda de lujo, también es cierto que por algo París sigue siendo la mejor psarela del mundo. Y no es porque Nueva York aburriera, ni porque Milán fuera un fraude, ni porque Londres, aunque se asoma tímidamente, aún no haya alcanzado el abolengo de París. Es porque sabe mezclar como nadie la solera y la novedad. Aquí diseños de McQueen, Gareth Pugh y Junko Shimada.