El deporte es bello. La belleza no tiene por qué mantenerse al margen del mundo deportivo. En este caso hablamos de la belleza del animal, la de la amazona (y no porque se cumpla eso de que los animales acaban pareciéndose a sus dueños), y por supuesto, la belleza del deporte hípico en sí. En la imagen, la adiestradora de caballos brasileña Luiza Tavares de Almeida mira con orgullo a su caballo Samba después de un duro entrenamiento.