Desde la polémica surgida en relación a quién acompañaría a Mariano Rajoy en las listas electorales, la relación entre ambos dirigentes se había enfriado. Sus agendas los hacían coincidir en numerosos actos públicos, donde los objetivos de las cámaras seguían cada uno de sus movimientos. Hoy, las sonrisas y la relajación han sustituido a la rigidez y el gesto seco.